lunes, 27 de junio de 2011

De la duda


Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis
Serenamente y con respeto
A aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa.
Quisiera que fueseis avisados y no dierais
Vuestra palabra demasiado confiadamente.

Leed la historia. Ved
A ejércitos invencibles en fuga enloquecida.
Por todas partes
Se derrumban fortalezas indestructibles,
Y de aquella Armada innumerable al zarpar
Podían contarse
Las naves que volvieron.

Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible,
Y un barco logró llegar
Al confín del mar infinito.
¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza
Ante la indiscutible verdad!
¡Oh valeroso médico que cura
Al enfermo ya desahuciado!

Pero la más hermosa de todas las dudas
Es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza
Y dejan de creer
En la fuerza de sus opresores.

¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio!
¡Cuántas víctimas costó!
¡Qué difícil fue ver
Que aquello era así y no de otra forma!

Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el
Libro del saber.

Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras generación
De él se alimenten juzgándolo eterna verdad.
Quizá los sabios desprecien a quien no lo conozca.
Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas experiencias
Hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.

Y que, otro día, un hombre, gravemente,
Tache el principio del libro del saber.
Instruido
Por impacientes maestros, el pobre oye
Que es éste el mejor de los mundos, y que la gotera
Del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona.
Verdaderamente, le es difícil
Dudar de este mundo.
Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa
En que no ha de vivir.

Pero también suda a mares el hombre que construye su
Propia casa.
Son los irreflexivos los que nunca dudan.
Su digestión es espléndida, su juicio infalible.
No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos. Si llega el caso,
Son los hechos los que tienen que creer en ellos. Tienen
Ilimitada paciencia consigo mismos. Los argumentos
Los escuchan con oídos de espía.

Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,
Están los reflexivos, que nunca actúan.
No dudan para llegar a la decisión, sino
Para eludir la decisión. Las cabezas
Sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave
Advierten contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose.
Bajo el hacha del asesino,
Se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también.
Tras observar, refunfuñando,
Que el asunto no está del todo claro, se van a la cama.
Su actividad consiste en vacilar.
Su frase favorita es: «No está listo para sentencia.»
Por eso, si alabáis la duda,
No alabéis, naturalmente,
La duda que es desesperación.

¿De qué le sirve poder dudar
A quien no puede decidirse?
Puede actuar equivocadamente
Quien se contente con razones demasiado escasas,
Pero quedará inactivo ante el peligro
Quien necesite demasiadas.
Tú, que eres un dirigente, no olvides
Que lo eres porque has dudado de los dirigentes.
Permite, por lo tanto, a los dirigidos
Dudar.




Texto de Bertolt Brecht, poeta y dramaturgo alemán, en traducción que se reproduce muchas veces en la web sin indicar quién la hizo.

viernes, 24 de junio de 2011

Cómo se llama este poema?


De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana.


Mario Benedetti.

miércoles, 15 de junio de 2011

Padre es el que no calla



LA HISTORIA UNIVERSAL SEGÚN PAPÁ.

Mi cuerpo está formado por todas las masacres

Desde mi cabeza parten barcos
en los que viaja el germen
de todas las revoluciones
y
si te fijas bien
arden en mis ojos un centenar de banderas

Ahora soy solo la televisión y su crisis
pero
en aquellos tiempos
también podía cantar esa canción tuya
la de todas las palabras que conoces
sin echar mucho de menos
el mendrugo de oscuridad que me sostenía.

Ahora es tarde
la película está a punto de terminar
cierro los ojos y esta vez sí
desapareces.


Del libro Canción de Vic Morrow de Jaime Rodríguez Z. (Lima, 1973). Feliz día del padre a todos.

lunes, 13 de junio de 2011

Demasiado poco tiempo en 350 palabras


Demasiado poco tiempo es una obra de David Ives o, mejor dicho, diez obras cortas de este autor que cuentan historias tan diversas como la breve vida de una mosca de pantano o la dudosa existencia de un doble que nos acompaña en este mundo. Si uno toma a la ligera estas piezas (reunidas por David Carrillo para la primera puesta de Plan 9 en el Teatro Larco) podría creer que son solo simples sainetes para llenar la noche, y con eso bastaría para verlas, pues David –el director- sabe llenarlas de gracia y explotar a sus actores para arrancarle carcajadas al público. Pero estas obras, que parecen sketches de Saturday Night Live, van mucho más allá. Con sorna e inteligencia, David –el autor- trata muchos temas profundos escondidos tras las tontas angustias y fantasías de las personas de hoy: La urgencia por ser feliz ante la brevedad de la vida, el ser que elegimos -y no el que nos toca- para poder lograr esta felicidad, la necesidad de Dios para justificar nuestros absurdos esfuerzos cotidianos, el amor y la muerte -tan presentes como el propio misterio de la existencia- o la banalidad como una condena que solo el amor puede redimir. David –el autor- hace reír pero sus situaciones a la vez hacen pensar, y más al cobrar vida no solo en el diálogo sino en la propia forma teatral: parlamentos que se repiten hasta que cobran sentido o hacen avanzar la historia, personajes que mueren y resucitan buscando un sentido vital, actores que duplican lo que otro hace hasta dejar claro que todo es posible y todos somos todos, etc. David –el director- las monta pasando de puntitas sobre tantas ideas y logra crear, donde pudo haber un denso pantano filosófico, un estanque lleno de situaciones divertidas y desconcertantes. Si defiendes tu lógica más de lo que amas a tu alma, esta puesta te parecerá una pastrulada. Si quieres divertirte y dejar que el teatro te ponga a pensar mientras ríes, tienes que verla. Todos los actores se lucen. Manuel Gold brilla. Yo me quedo con Carlos Galiano.

martes, 7 de junio de 2011

La tía de Carlos en 200 palabras.

La tía de Carlos es un clásico de la comedia popular, esa que se monta para hacer reír y que el cine multiplica por mil desde comienzos del siglo XX. Escrita por Brandon Thomas hace 120 años, tiene lo que el gran público exige para pasarla bien: travestismo, equívocos, gags, cartas que enredan y resuelven y ninguna pretensión de ser edificante. Rocío Tovar, que conoce bien a nuestro público masivo –y sabe darle lo que le gusta- le agrega una puesta fastuosa (con ese fasto circense televisivo que tanto pega hoy) y una excelente selección de actores, que incluye a la admirada Wendy Ramos: bufos que trajinan casi dos horas a todo tren, burlándose no solo de ellos sino de la misma comedia, que juega a ser montada por un grupo de juglares irreverentes (aunque este juego de teatro dentro del teatro no se desarrolla tanto como me hubiera gustado). Una vez más Rocío Tovar satisface al público dándole risas y estrellas y, de contrabando, la amarga sensación de que todos somos crédulos, de que nos creemos lo que nos pintan más que lo que nos dicta el instinto. Un sentimiento realmente oportuno en tiempo de elecciones. Chapeau, Pablo Saldarriaga.