jueves, 29 de julio de 2010

La firma

Para poder aceptar que eres mi vida tendré que asumir que soy mi muerte y la muerte de todas las que fueron y la muerte de aquellas que podrían nacer entre mis manos como estrellas. Para decir tu nombre sin temores tendré que repetir primero el mío, hasta que esa palabra candente venza al tiempo. Para aceptar que tus ojos son eternos debo entender que los míos, algún día, han de cambiar la luz por el silencio. Me rindo, me arrodillo. Trato hecho.

El pantum de Camila



El profesor Marco Martos me enseñó a hacer un pantum. Me explicó cómo se repiten los versos y yo, aplicadísimo, hice cientos, ninguno que pueda reproducir aquí. Pero en cambio a mi hija le expliqué, en un arranque de paternitis, cómo hacer uno, y con más frenesí le impuse hacer uno antes de bañarse. No le pidan genialidad al apuro.

1 Escribe lo que quieras: no me friegues,

2 prefiero ir a mi laptop e ignorarte.

3 ¿Por qué te gusta hacer que me moleste?

1 Escribe lo que quieras: no me friegues.


5 Aburres tanto que casi me duele.

6 Apurémonos: ya quiero bañarme.
1 Escribe lo que quieras: no me friegues,
2 prefiero ir a mi laptop e ignorarte.

martes, 20 de julio de 2010

La fuente de los candados


En una esquina de Montevideo hay una pileta, pequeñita, mal puesta, rodeada con una reja gruesa, como si fuera muy importante. Y lo es. Se llama la Fuente de los candados y si la miras bien, pues sí, está llena de ellos. Candados. Cada uno traído por una pareja que lo cierra allí para siempre tal como enganchan sus corazones. Llenos de promesas, de iniciales, de corazones pintados. Candados enormes y pequeñitos, candados con clave, antiguos, nuevos, de cobre o de hierro o de qué sé yo. Todos diferentes como los corazones. Lo cierras, besas a tu chica y tiras la llave en la fuente. Cuántas veces pasé delante de él con el corazón en la mano, qué bien hice en no engancharme, no arrojar la llave, no creer. Porque ahora la llave es mía y juego con ella, y le he sacado una copia para ti, en quien confiaré. Contigo vendré algún día y, aunque se rían todos, lanzaremos nuestras llaves.


viernes, 16 de julio de 2010

Cómo dejar de hacer listas

Entrégate al deseo. Uno solo. Intenso, luminoso. Uno que no puedas dejar de mirar ni de seguir. Una columna de humo durante el día, una torre de fuego por las noches, solamente uno. Búscalo. No es fácil hallarlo. Cuando esté –porque no se crea, no lo creas, no te lo dan, no aparece: está- cae de rodillas. No pensarás en otra cosa. No desearás nada más. Se borrarán entonces todas las listas, la ropa de la lavandería, las deudas por pagar, los amigos por visitar, las ciudades que esperan tu mirada…

Así se escriben los grandes libros. Así aman los grandes amantes.

Es un cuerpo el deseo manifiesto. Ámalo centímetro a centímetro. Siente toda su piel y bajo ella los músculos y bajo ellos, los huesos. Tu esquizofrenia tratará de hacerte huir, querrá ponerte a pensar mil cosas nimias, te detendrá en pleno clímax para pedirte que anotes las fotos que puedes tomar y los correos que aún no has enviado. No pares. No pienses. No anotes. Blanquea tu mente quemándola en este deseo. Con cada lista que se incendie en él su fuego será más grande y alumbrará las noches de tu locura, de una locura diferente que no estará hecha de mil meteoritos sino de un sol inmenso, un deseo gigantesco que cree que te devora cuando en verdad eres tú quien se lo traga feliz e incandescente.


Para Diego

miércoles, 14 de julio de 2010

Y cavan y cavan


Hago bien o hago mal antes no sufría con esta pregunta ser responsable cansa ser responsable paraliza ser responsable es un ejercicio constante más que ejercicio un impulso indetenible un corazón que late salvo cuando muere hago bien es bueno para mí me dará felicidad qué consecuencias tendrá en mi futuro en mis hijas en mi trabajo hago mal creo hago muy mal dudo esto traerá violencia creo traerá muerte es probable esta pequeña manecilla es una lanza llena de dolor esta persona tan buena viene seguida de asesinos este botón que no sé si apretar ruge esta tecla que no anuncia nada puede estar llena de errores desconcierto maldad esta soga pesada o esta cuerda tan ligera si tiro de ella hago bien somos felices la vida se desenvolverá plácida como cae en cámara lenta una sábana sobre un lecho pero no creo pienso que hago mal veré rostros de desprecio maltrato angustia irritación crimen nadie te lo anticipa nadie te avisa no tires de la cuerda todos quieren lo que les conviene pero para mí no sé si hago bien o hago mal y si lo hago porque yo quiero y traigo penas haré mal y si no quiero pero lo hago porque insisten insisten insisten haré mal también me traeré pena a mí a mis nenas a mi madre tan vieja a mis hermanas que me miran como a un loco que insiste en cavar un pozo en la arena hasta que el colapso lo sepulta hago mal muchas veces y se nota hago bien y no lo recuerdo sigo cavando o me detengo me detengo pero me he rodeado de gente que cava y cava para sí misma aunque todo se derrumbe sobre mí no les importan mi alegría mi futuro que es tan corto mi sonrisa tan volátil nadie que te quiere te haría eso pero se quieren más a sí mismos y como quieren morir hacen mal no les importa sepultarte siguen cavando yo sigo pensando bañado de sudor de sangre de lágrimas que caen mojan la arena debí salir a tiempo hago bien si los dejo y me salvo por mis hijas por mi felicidad por mi estabilidad hago mal si me salvo y los dejo me pregunto hago mal si me salvo de los que me quieren pero ya es tarde el pozo de arena cae como los túneles que hacía de niño en la playa cavando con las manos hasta casi abrirme las uñas hasta oír mi corazón sobre las olas esos túneles que harán mis hijas sin entender el sentido sin importarles hacia dónde corren cuándo se inundarán cuánto enseña cada derribo cuándo llegará el día en que la arena fluya dentro del alma y corroa lastime queme despedace el mar canta el viento gime el aire sale de mí sin responder si hago bien o hago mal sin decirme cuánto me quieren los que me condenan cuánto me odian los muchos que me aman adiós responsabilidades parálisis sudor adiós cansancio adiós impulso indetenible adiós.

lunes, 5 de julio de 2010

Alejandro Romualdo, master admirabilis



A OTRA COSA


Basta ya de agonía. No me importa
la soledad, la angustia ni la nada.
Estoy harto de escombros y de sombras.
Quiero salir al sol. Verle la cara
al mundo. Y a la vida que me toca,
quiero salir, al son de una campana
que eche a volar olivos y palomas.
Y ponerme, después, a ver qué pasa

con tanto amor. Abrir una alborada
de paz, en paz con todos los mortales,
Y penetre el amor en las entrañas
del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleen
para que los señores sean hombres.
Tuérzanle el llanto a la melancolía.
Llamen siempre a las cosas por su nombre.

Avívense la vida. Dense prisa.
Esta es la realidad. Y esta es la hora
de acabar de llorar mustios collados,
campos de soledad. ¡A otra cosa!
Basta ya de gemidos. No me importa
la soledad de nadie. Tengo ganas
de ir por el sol. Y al aire de este mundo
abrir, de paz en paz, una esperanza.

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Poema del maestro Alejandro Romualdo. Alguien lo hizo canción cuando yo era chico. Y no digo más.