martes, 23 de diciembre de 2014

No lo suficiente

- ¿Sientes que eres flaca?
- No lo suficiente.
- ¿Sientes que eres exitosa?
- No lo suficiente.
- ¿Sientes que eres inteligente?
- No lo suficiente.
- ¿Sientes que te quieres?
- Sí, eso sí. Me quiero.
- No lo suficiente.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Manual del buen neurótico

1. Olvida las cosas buenas aunque las fotografíes, las anotes o te las repitan.

2. Recuerda sólo las cosas malas y hazlas crecer a medida que pasa el tiempo.

3. Perdona a quien te ofende, pero espera la siguiente ofensa.

4. Complícate la vida con miles de detalles. Mientras más detalles incluya, más probable se hace el error.

5. No esperes nada bueno. Y cuando algo bueno llegue, búscale el lado malo y desilusiónate.

6. Odia lo bueno porque probablemente se vaya.

7. Odia lo malo porque probablemente se quede.

8. Si alguna persona te quiere, maltrátala hasta que te maltrate y en ese momento cúlpala de no quererte.

9. Sé cruel muchas veces con quien fue cruel contigo aunque sea una sola vez.

10. Busca gente feliz con la cual contrastar.

11. Finge recuperarte de esta mala carga, anuncia tu resurrección, avisa que te estás recargando, regenerando, transformando. Súmalo al yoga o el budismo y te creerán. Apenas te crean, contrataca.

12. Escribe lista como estas, memorízalas y compártelas. Más conciencia -diga lo que diga el Buda- es más neurosis.

13. Repítase a gusto, varias veces al día.

Gran Dios No

La Ociosidad es tu Dios. Flojera, Dejadez, sus nombres cambian con cada cultura pero el Dios es el mismo. Por él sacrificas tu carrera y tus hijos. Tus grandes logros y los momentos más divertidos de tu vida nunca se dieron porque los hiciste arder en la hoguera como tributo a tu Dios, ese que no duerme para obligarte a dormir a ti. 
Hay dos maneras de rendirle tu vida: dejando de hacer todo lo que debes hacer o cambiando las dos o tres cosas importantes de tu existencia por un millar de pequeñas tonterías. Tu Dios te pide dejar las cosas incompletas, quitarle importancia a los pendientes, hacer promesas que nunca cumplirás. Su adoración te vuelve filósofo: en vez de decir “ordenaré mi escritorio porque es un caos” dices “es bueno tener todo a mano y que las cosas se interconecten” o en vez de “mi casa huele a perro y está llena de pelos” filosofas y dices “un animal debe ser percibido porque así la convivencia nos demuestra nuestra propia animalidad”, etc. 
También te vuelve defensor de grandes tradiciones y valores: no barro porque de noche no se barre, no taladro porque la bulla ofende a los vecinos, no me peino porque así defiendo la libertad. 
Tu Dios exige plegarias que tú le repites siempre que puedes: mejor mañana, eso queda muy lejos, por qué me voy a apurar, le voy a decir a alguien que lo haga por mí… Y cuando te oímos decirlas te vemos ganado por su influencia destructiva, te tenemos pena, te sentimos perdido para siempre como a un zombie, como a un adicto irrecuperable y locuaz que repite sonriendo “estoy más sano que nunca”.
Ese Dios puede morir. Cuando desprecias todo lo que te distrae y te pones a hacer lo que debes, muere. Cuando decides concentrarte en algo no cinco minutos sino cinco horas, muere. Cuando abarcas todas las tareas que la vida te ha dado y no solamente las fáciles o las inmediatas, muere. Cuando controlas tus progresos. Cuando haces lo importante. Cuando te dedicas.
Mátalo todos los días.
Mátalo todas las veces que puedas y resucitarás.