lunes, 7 de mayo de 2007

De repente un día


"Hay cambios en la vida que se dan con tanta suavidad que uno no los nota.

Uno puede propiciarlos y buscarlos pero difícilmente sentirlos, son invisibles, para bien o para mal. Así crecen los niños, así se queda uno calvo, así nace o muere el amor.

Cuando uno es joven ama el dramatismo, la cámara rápida, el claroscuro, la violencia de los hechos apasionados. Pero los cambios lentos no tienen nada de esto y hay que ser sabios y tomar distancia para percibirlos. Sólo el amigo que vuelve de un viaje o ese pariente que no ves hace mucho se da cuenta de cuánto ha crecido tu hija o cuán pelado estás ahora o qué vieja luce tu casa. Son transformaciones tan suaves que te puedes perder la emoción que causan. No se sienten como bofetadas sino como caricias, y atestiguan la labor del tiempo. Están a tu alrededor, en esa puerta que ya no cierra igual o en esas primeras canas desapercibidas. Si le temes al tiempo y al cambio, descubrirlas te causará terror repentino. Si te has hecho más sabio, encontrarás en ellos el exacto punto medio entre el asombro y la indiferencia. Ese punto tiene nombre. Se llama revelación."
Cuadro de Oona Ratcliffe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué texto tan sabio. Podrías titularlo APRENDIZAJES.

Octavia dijo...

es cierto cuando uno es joven ama el dramatismo, el claroscuro..dimelo a mi