jueves, 30 de abril de 2009

La mejor amiga


Tenía cuatro patas
cola peluda
y ladraba
pero yo creí que era una chica
yo creí que era una chica.

Aullaba a la luna llena
cuidaba como oro
sus huesos
perseguía camionetas
pero yo creí
-lo juro-
creí que era una chica.

Saltó en una todo terreno
y no la vi nunca más.
Volvió al mes, sucia y contenta.
(Seguí creyendo lo mismo).

La dejé un día
acercarse
dormir al pie de
mis sueños
lamerme las manos los días grises.
Hablarme de jugar
de rabias
del futuro.
Hasta que la encontré con otra chica peluda
como ella
se olían se lamían
como nunca me había lamido
se encaramaban se revolvían
le pregunté quién es ella
no quiso decir su nombre pero lo leí en la placa
que colgaba de su cuello
que no pude apretar.

La escucho rascar la puerta mientras finjo que no existo.

Nadie sabe si soy loco,
yo creí que era una chica.

Qué habrá pensado de mí.

jueves, 23 de abril de 2009

La chica se llamaba Melody



Debo haber sido un niño muy sensible. O simplemente llorón. Pero vi esta película a los 11 años y me enamoré de todas las chicas del mundo, y el amor me daba pena, y no sabía qué sentir.
Hoy la oigo y me gusta lo que siento, pero me da miedo también.
La música era extraordinaria: me tocó tanto como la cara de ella, o la historia (que no recuerdo) o qué se yo.
Quizás simplemente debería volver a verla con alguien al lado. Con Melody. Con alguien que no se asuste viéndome recordar.




viernes, 17 de abril de 2009

Maldito cubito


Si vienes del blog de El Comercio a leer sobre Dora, es en el siguiente post, debajo de éste. Gracias.

viernes, 10 de abril de 2009

Ni calco ni copia: creación heroica


Leí una obra y me inspiró escribir otra parecida.

Siempre me ha pasado.

Me lleno de historias que me conmueven y luego, una obra ajena me impulsa a escribir mi historia.

Ocurre a veces cuando leo algo que me toca mucho, que me conmueve por la integración de lo formal, lo emocional y lo social. Ocurre también, para bien y para mal, cuando veo un montaje que no me gusta y anoto no sólo mis impresiones sino las mil ideas que me llenan la cabeza para aprovechar esa escalera inútil, ese buen actor desperdiciado, ese gran momento de tensión que resalta de improviso en una mala puesta.

De obras ajenas saco impulso pero sobre todo, sugerencias estructurales, una idea de la forma primigenia de mi obra, una en la cual mi historia pueda calzar y que además me permita desarrollar el lenguaje como quiero en ese momento.

¿Cómo quiero escribir ahora?

Después de leer a Lukas Bärfuss quiero una obra breve, con la historia de una desgraciada a la cual le pasen pocas cosas pero todas malas. Una historia en la que todos los personajes que la rodean se sientan buenísimos pero hagan, a vista del espectador, maldades espeluznantes. Además quiero que no haya monólogos, que el diálogo corra como Woyzeck –"como una navaja abierta"- y que las acotaciones sean escuetas y mínimas, como en Las neurosis sexuales de nuestros padres, la obra de Bärfuss que tanto me ha estimulado. Maestro. Escribí de él en mi blog de El Comercio, pero todo esto que es más personal viene acá, para saciar mis ganas de contar mi proceso y tu curiosidad, (sí, la tuya, decadente espía, que abres la boca sorprendido al saber que de sorpresa, con esta frase, te señalo con el dedo). Guiño para la platea, venia y hasta pronto.

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La foto es mía: una banca en un parque de Disney.

En esta web encontré este comentario que comparto por útil:

"Lukas Bärfuss cuenta la situación de Dora con brevedad, en escenas cuyo sabor lacónico revela los esfuerzos que les ha dedicado. Se abstiene de toda explicación del hierro caliente social que también se podría forjar de esta historia. No toma postura y no toma partido. Observa y muestra. Observa con la mirada ligeramente maligna del satírico que se detiene en personas en apuros, es decir, sus escenas emprenden siempre el camino más directo al quid de la cuestión, pero no acusa. No hay sitio para palabrerías solemnes esquivas. Y en esta discreción reside la fuerza de su obra. Aparte de Dora, naturalmente. No hace de ella una heroína ni una santa, y menos aún una víctima lamentable. No se pone delante de ella en tono pedante. La observa desde una distancia casi tímida. Es totalmente preciso cuando trata los detalles de su comportamiento, pero no la somete con pedanterías auctoriales. El secreto de su ingenuidad, que es también el secreto de su indestructibilidad, permanece sin revelar. Y eso no sólo está bien. Es hermoso".
(Dorothee Hammerstein, Programa de mano Jornadas de Teatro de Mülheim 2003)

miércoles, 8 de abril de 2009

Otra nota para el olvido

Ahora resulta que había un montón de premios de teatro, además del certamen del Ayuntamiento de Guadalajara que alguna vez gané, y el de Sevilla que ya lo conozco (¿o gané el de Sevilla? Qué memoria...). Hay un certamen en el Ayuntamiento de Torreperojil, Jaén, o lo había al menos: Ayuntamiento de Torreperojil, Patronato de Cultura y Deportes, Plaza de la Villa, 19, 23320, Torreperojil (Jaén). Digo y anoto esto para no olvidarme de mandar mis textos, que siempre me olvido y después, por olvido, no tengo ni cómo lamentarme. Hay el Tirso de Molina, que arañé pero nada, y el Casa de las Américas, que premia teatro este año. Existe el Premio "Carlos Arniches" de la Ciudad de Alicante, el Enrique Llovet (creo que en Málaga) y así, miles y yo no sé a cuál convendrá mandar qué, y cuando tengo una obra lista me olvido, salvo que lo haya predeterminado. Pero tengo como tres obras a medias, e ideas para más, y vida para ninguna. Por lo menos, anotar me hace pensar.