El pasarme la vida en una oficina me ha entrenado para generar ideas que ayuden no sólo a hacer publicidad sino también a crear espectáculos o textos teatrales. Eso me ha permitido ser invitado a colaborar anónimamente con autores o directores poniendo y quitando cosas, generalmente sutilezas como textos de enlace, propuestas estructurales, parlamentos adicionales o títulos de montajes. Pero así como aporto ideas a pedido se me quedan otras en el tintero, ideas que recuerdo con cariño y que me provoca contar. Sé que no las necesitan nuestros directores más creativos –Alberto Isola, Guillermo Castrillón y Ricardo Morán, sin dudas- pero sé también que la imaginación ayuda a todos y que oír ideas dispara más ideas, así que acá van algunas que algún día realizaré.
Seis días de septiembre: Alguna vez le sugerí a una joven actriz que me contaba sus penas que las ordenara en seis monólogos unidos por el mismo personaje y por el hecho de que ocurrieran todas en septiembre. El día que su padre la abandonó, su primer encuentro sexual, sus rupturas más importantes, su decisión de morir, etc. ¿Llegará a hacer algo con eso? La idea es buena: armar una serie de escenas de alto impacto emotivo unidas por un tema sutil y a la vez polémico, personal, potente.
El año en que naciste: ¿Qué tal un recital de música romántica donde el público anote en un papelito, al entrar, el año en que nació? La cantante saca al azar un año y canta una canción de, por ejemplo, 1980. Habría que tener repertorio amplio y buena memoria, además de predefinir las canciones que abarquen varios años. ¿A quién no le gustaría que su año motive una interpretación? Si naciste en 1971, por ejemplo, podrían cantarte el tema de Melody. O si naciste en 1960 te dirían: cuando naciste no pensabas en canciones de amor, pero a los 11 años seguro te enamoraste con este tema… Y también te tocarían Melody. Y así, con cada año se lanzaría una canción, una idea, un buen recuerdo.
Clásicos para dos: Me reuní con Alonso Alegría para conversar y le conté entre otras cosas mi intención de adaptar Fuente Ovejuna para sólo una actriz y un actor, y que ese impulso me lleve a adaptar grandes clásicos para solamente una pareja de intérpretes. Le gustó la idea (“¿qué par de actores no querrían hacer, por ejemplo, don Juan Tenorio?”) y ya estábamos por darle forma cuando mi agenda y mis errores nos distanciaron. Pero la idea sigue allí: habría que buscar con quién plasmarla.
En fin. Mi intención no es llenarlos de ideas o mostrarlas como quien presume de algo sino generar ideas nuevas, las ganas de crear, la búsqueda de un doblez inesperado, un ángulo diferente, un enfoque renovador. Ganas de crear y luego, de llevar a escena lo pensado y concretar los sueños. Y ganas también de que pasen cosas, porque a la vida hay que jalarla pero también -de vez en cuando- hay que meterle un buen empujón.