La frescura del primer sorbo de cerveza.
Quitarse los zapatos.
Las almohadas nuevas.
El olor de un auto cero kilómetros.
Saberse la letra de una canción.
Rascarse la espalda.
Almorzar huevo frito con arroz.
Tajar lápices.
El olor del café.
El calor de un abrazo.
Un sofá reclinable.
Dormir cansado.
La ducha caliente sobre la espalda.
Mirar un viejo álbum de fotos.
Dormirse en el cine.
Sacarse los zapatos.
El olor a bebé.
Los pies dentro del agua.
Un pan con mantequilla.
Llorar de risa.
La vida es tan densa a veces que ni siquiera disfrutamos los placeres más simples.