miércoles, 30 de diciembre de 2009

Sé grande.


Canto eremita sin autor reconocido, descubierto en manuscritos árabes.

Cuando sientas que todo cambia y que deseas vivir mejor, hazte grande.
Sé grande.
Gigantesco.
Los gigantes aún existen: dentro de nosotros.
Para ser como ellos, busca gente grande que te haga crecer, con su cariño y con su ejemplo. Hombres que te cuiden pero te pongan a prueba, que te aprecien pero maldigan tus fallas, que estén siempre allí pero nunca deseen hacerte sombra.
Recuerda siempre entonces que si quieres ser grande, debes empezar sintiéndote pequeño.
El viento te dirá para qué.
Para reconocerlos.
Es fácil.
Los grandes te acompañan, no te roban tiempo.
Los grandes te cuidan, no te exigen imposibles.
Los grandes se preocupan de lo hecho y nunca de lo dicho.
Y lo principal: los grandes quieren que seas grande. Si te mantienen pequeño, entonces... no son grandes.
Junto a estos gigantes podrás aspirar a más.
Que te hagan contemplar de pie sobre la palma de sus manos el horizonte imposible de atrapar desde tu altura.
Que te entreguen el aire puro, la grandeza de miras, lo relativo de toda altura.
Sólo quiere crecer el que alza la cara, el que cree en un cielo y aspira a tocarlo alguna vez.
Imítalos. Sé grande. Sé gigante. Y si no encuentras alguno, crece mirando a los de tu altura. En algo son mejores, para algo los trajo la vida, algún poder tienen que tú no consigues aún.
Sé de todos los tamaños y siéntete siempre bien.
Siéntete pequeño.
Siéntete igual.
Y ante los pequeños, siéntete un gigante. Para que crezcan con tu ejemplo. Para que sus tonterías, sus insultos, sus tensiones, sus mentiras y su amargura se evaporen en el fuego del perdón. Ese fuego que solamente se ve desde el punto más alto.
Sigue a un grande y serás grande. Respeta a tus iguales y serás más grande. Perdona a los pequeños y te agigantarás.

Reconstrucción: Ian Andrews.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

No la envuelva, me la llevo así.



Si hay algo que disfruto es el regalo de la soledad.
Poder elegirla sin culpa. Poder vivirla sin causar pena. Poder recibir un "¿prefieres estar solo?" sin sentirme mal y sin que la otra persona lo haga porque soy un antisocial o no quiero a nadie o me debo estar muriendo de pena o cualquiera de esas cosas.
No.
Merezco la soledad cuando la elijo.
Después de vender campañas, asistir a reuniones, lanzar todo tipo de ideas y escribir muchas cosas más, merezco mis diez minutos en la oficina, mi paseo por el parque húmedo, mi noche a solas, mi abandono dulce y silencioso.
No entiendo a los que regalan un ipod y luego no paran de hablarte.
Entiendo a quienes se callan y miran lo mismo que tú, sin tratar de transmitirte sus neuras ni sus malas ondas ni sus perturbaciones.
Te aconsejo callarte. Te aconsejo de vez en cuando amar de lejos: no es malo. Te aconsejo cuidar al solitario y querer al abandonado, pero también respetar el silencio ajeno cuando el otro lo desea y le ha costado ganárselo.
Duro trabajo identificar cuál de los solitarios necesita compañía y cuál necesita, tan solo, una palmada en la espalda y oírte respirar en paz al verte llegar, al verte partir.
Feliz Navidad.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Mía, me emocionaste.


Mía termina el colegio. Toga y birrete. Gran ceremonia. Discurso. Lágrimas. Bichitos miraflorinos bajo el toldo que solo tocan a los papás y se van sin picarnos. Chicos con ganas de quedarse en el cole para siempre pero también ganas de no volver a levantarse temprano ni pasar horas en una silla dura. Ya van a ver. Hablan de las huellas que deja cada persona, de los profesores y de los papelitos, los apodos, los patas. (No hablan de amor, locura ni vicios, pero ahí está la vida escondida bajo esas túnicas como manteles y esos sombreritos como bandejas). El recuerdo del relajado, del fresh, del chato, del yo no fui, de la artista que se dormía en clase, del pañalón, del payaso que te curaba el mal humor, del rojo, de la mona, la che, la modelo, la pipol… De tantas cosas que se viven a esa edad, a toda edad. Y que nos conmueven en las ceremonias, creadas para eso mismo: Para recordarnos el valor de lo vivido y lo por venir, para entender que siempre llegarán cosas buenas y para darnos cuenta de que cada año acaba una prom. La prom del cole, la de los amigos, la de esta edad. Tu hija de 9 o la de 15 o la de 19 no serán las mismas el próximo año, así que disfrútalas y aprecia el tiempo, ríelo mucho y cuando se detenga -que para eso también se crearon las ceremonias, para detenerlo- cuando se detenga, llora. Y si eres el papá, llora pero finge con dignidad que uno de los bichitos de la noche miraflorina se te ha parado en el ojo. Y di oh, demonios! como decía uno de ellos, para que una profesora te corrija y te obligue a decir oh, rayos! Como siempre ha sido. Como siempre será.


martes, 15 de diciembre de 2009

Sin moño, por favor.

La navidad es una cosa y los regalos son otra. Siempre lo he sentido. A mí me tiene sin cuidado lo que me dan, creo que me gusta simplemente ser recordado y sorprendido. A veces me dan prendas que no son las que uso, pero acabo usándolas porque me pongo todo, lo que sea, y si es dado con cariño mejor. A veces adornos que no uso o libros que no leo, pero los agradezco feliz. Soy buen pobre, así que pongo en aprietos a quien me pregunta qué quiero. ¿Qué quiero? Tonterías. Un tajador eléctrico o mejor aún, uno mecánico como esos de oficina antigua. Un lector de todo tipo de tarjetas fotográficas, compact flash, sd, etc. de los más simplones. O un cuaderno de La despensa. Un polo. Un lapicero. Definitivamente no aprecio tanto tener como dar y recibir. Así que intercambiemos afecto, abrazos, energía, tiempo, perdones y sonrisas. Eso es la navidad, ¿no? Una fecha donde lo más importante no se puede envolver.

Claro, mis hijas no piensan lo mismo. Tendrían que ver la lista a Papá Noel. Feliz Navidad.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Patria es el lugar donde uno ama


Llegué a este país por primera vez, por tierra, acompañando la gira de una obra de teatro que yo había escrito, con actores entrañables, con gente de primera. Recuerdo Guayaquil con exactitud enfermiza: las paredes infestadas de grillos, la lluvia caliente, el ron, la sonrisa de Isabella, las funciones, el murciélago en la lavadora, el estero, la carne en palito, la cola en funda. Recuerdo que luego conocí Quito, donde sentimos frío y asombro.
Meses después volví a este país, a una isla paraíso llamada Jambelí, para tratar de arreglar un romance que ya estaba demasiado roto y del que paradójicamente nació lo mejor que me había pasado hasta entonces.Años después el trabajo me volvió a traer y te conocí en Quito. Llegaste con la sonrisa limpia, una carta muy arrugada y ganas de burlarte de todo. Fuimos amigos hasta que el tiempo nos puso un límite y las barreras se rompieron, como nuestra piel esa última noche. Recuerdo en desorden haber ido contigo a Galápagos, haber volado a buscarte en Manta –donde me mostraste la casa quemada- y habernos reencontrado en Guayaquil. Aquí vimos cantar a Mercedes Sosa en una tarde lluviosa. Aquí escuchamos con cariño a mi primo el suicida creador. Aquí comimos bien, dormimos mucho y nos amamos más. En Quito oímos al cantante que volvería a sonar cuando salimos de la clínica, años después, con una hija en brazos. En Quito también vimos un desfile de año nuevo lleno de muñecos destinados al fuego que se nos grabaron como símbolo del futuro. En Salinas compartimos el mal tiempo y el mar. Y ahora que paseo por la noche tibia me acuerdo de todo eso, perdido como una carta doblada que se refunde entre los papeles de un cajón que se desprecia. Aquí me han pasado cosas, y me abisma recordarlas, y me duele haberlas perdido, y me alegra darme cuenta de que no las olvidé.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Los astronautas vuelven



Yo tenìa nueve años cuando el Apolo 11 alunizó. Eduardo Adrianzén, con un par de años menos, recuerda el evento como todos los que éramos niños, en su obra El día de la luna, con una mezcla de terror, maravilla y cinismo. Todo era posible, desde los ovnis hasta la guerra nuclear. Desde la ouija hasta la luna.
Selene reaparece cuando en el teatro Los Grillos, a los 18 años y dirigido por Sara Joffré, me toca actuar en una obra de un autor francés que no recuerdo llamada La máquina del teatro, traducida por ella, de unos fascículos que llegaban con el sello de ASSITEJ. Y así ha vuelto mil veces más hasta que esta semana recibí una postal de mi amiga, mi queridísima Charo, desde Estados Unidos, con un astronauta en ella y una frase pidiéndome recordar esa obra.
Así se llamaba, Charo: La máquina del teatro. Y aunque no recuerdo el nombre del autor, recuerdo buena parte del libreto y te transcribo la bella canción que, versionada por Joffré, cantábamos como podíamos:

Los cosmonautas
nos quitaron la luna

y el viejo sueño
desapareció.

Por todo lo alto
se la halló

vacía

y nada más

que un desierto quedó.

Desierto helado
de polvo pesado

desierto gris
para tiempos inciertos

fuego y arena
para tiempos grises,

tiempo desierto para el porvenir.


A eso le sumo el interesantísimo libro de mi amigo y pupilo Giuseppe Albatrino, Caminando en la luna, y siento que la luna me llama. Te llamaré.

martes, 24 de noviembre de 2009

Sobre el olvido y la memoria



Los que quieren acabar con la memoria
no quieren hacernos bien: Tienen algo que esconder.
Quienes quieren llenarte de flores la cabeza
están tratando de ocultar sus muertos
enterrados allí mismo
en tu dolor
en tus retinas
en ese jardín secreto que es tu alma.
No cuides tus cosas, cuida tu memoria.
No cuides las formas, cuida tu memoria.
No dejes que el olvido lo administren los demás
como una droga.
Esos cadáveres que siguen protestando
sólo pueden cantar con la voz de tu recuerdo.
Ese pueblo envenenado de mercurio,
esa madre abaleada con sus hijos,
ese pulmón, esas ratas, esos ríos:
No dejes que el olvido los entierre.
No abras la boca, niña, porque ese remedio mata.
La memoria es una piedra gigante y poderosa que rueda
sobre los hombres. Algunos
le tienen miedo. Usan traje. Van al teatro.
Esos quieren
que el olvido
te coma los ojos.


Estoy escribiendo una obra para Gabriela Billotti. La estreno en el 2010 y avanzo textos sueltos que ojalá sepa integrar. Muy pronto... Mi nombre es Gabriela Billotti.
El cuadro es de Salvador Dalí, La persistencia de la memoria.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Club del Odio


No éramos un grupo de amigos: teníamos El club del odio.
Odiábamos a nuestros padres, odiábamos a la vida, nos odiábamos a nosotros mismos. Nuestro único vínculo era querernos mutuamente sólo si permanecíamos juntos, juntos para odiar a quien se nos cruzara. Odiábamos también nuestros empleos, nuestra alegría, nuestros momentos de calma, nuestros cuerpos. Amábamos las dietas, las tareas incumplibles, la envidia, el dolor, la incomodidad. El odio nos movía a ser los mejores, los más bellos y destacados. Nuestras conversaciones no buscaban hacer sentir bien a nadie: hablábamos de inconvenientes, de malestares, del tiempo perdido, de la gente despreciable que nos habíamos encontrado desde la última vez que nos reunimos.
Teníamos muchas normas no dichas. Una era la obligación de no enamorarnos, o de vivir mal el amor, o de conseguir parejas inadmisibles, impresentables, dignas de desprecio o indiferencia. La otra era buscar amigos -fuera del círculo- que estén igualmente intoxicados de rencor, amantes del fracaso o víctimas de sí mismos. Con ellos no había competencia, se parecían a nosotros, pero existía la imposición de no traerlos nunca para poder odiarlos también y para que nos odien por mantenerlos al margen de nuestro grupo, tan atractivo y ameno.
De vez en cuando nos quedábamos sin temas pero, antes de que eso sucediese, al intuirlo, uno de nosotros, hombre o mujer, salía a buscar a alguien feliz. Lo enamoraba, le hacía enfrentar mil pruebas y si no las pasaba era abandonado entre lágrimas y gritos, para traer todo ese odio como alimento y devorarlo en nuestro siguiente encuentro. Pero si la víctima pasaba las pruebas nos reuníamos para aconsejar al nuestro, para que procediese a sabotear la relación con mentiras, con maltrato, con pruebas absurdas e irrealizables. Era una forma de felicidad rara y fascinante pero muy integradora. Las personas alrededor de nosotros que vivían y amaban sin odiar, en cambio, progresaban menos en sus empleos, se casaban con gente anodina, se volvían feas y gordas. A nosotros la combustión del odio nos secaba y acercaba a la perfección.
Pasó el tiempo y el grupo se fue llenando de suicidas, de psicópatas, de delincuentes y corruptos. Nosotros no veíamos nada malo en él e insistíamos en reunirnos hasta que un día no pudimos juntarnos más. Alguno del grupo se enamoró, empezamos a despreciar su mediocridad y aprendimos así a odiarnos entre nosotros. Ahora hablamos mal de esos ex-amigos y, conocedores de sus historias terribles, las derramamos por salas y cafés con falso tono de compasión. Una compasión negra y dulce como el café, como nuestras almas, como el mismo Odio que maneja nuestros labios.

jueves, 29 de octubre de 2009

El río del adiós

El es duende.
Ella es hada.
El es viejo y gruñón.
Ella es brillante y alegre.
Se quieren. Viven juntos. No comparten un hongo sino una gran pluma caída.
De repente, un día, los campos se secaron, las flores desaparecieron y los árboles rectos doblaron sus espaldas, como vencidos por el peso del cielo.
El duende se volvió más gruñón y se culpó de tantas desgracias.
El hada temía llorar, para no agregar al vaso de la desdicha una gota más.
Siempre se habían mirado a los ojos. Ahora él miraba más allá, hacia una línea en el horizonte, a través de ella, de los árboles, de la noche. Miraba incluso el alto risco a donde nunca la dejaba subir, por miedo a un accidente.
El dormía con las manos apretadas, intentando soñar con alguna solución. Ella dormía contando las estrellas, esperando que las vueltas del cielo lo resuelvan todo.
De repente, un día, él comprendió.
Decidió no mirarla más a los ojos. Miró su cuerpo de hada por primera vez, como quien otea un horizonte desconocido. Miró los pies de ambos: los de él, ahora, tenían raíces. A los de ella les estaban creciendo alas.
La llevó al borde del risco, donde siempre temió verla. Esperó que el viento se alegre y le soltó las manos. Ella voló y se alejó, llevada por la brisa de una nueva fortuna.
El duende gruñón se sintió feliz y, por eso, dejó escapar una lágrima.
El hada feliz se sintió triste y, por eso, dejó escapar una lágrima.
Las dos gotas formaron un río. El río salvó los campos. El verde trepó los montes. Los árboles se enderezaron, las flores renacieron y los frutos volvieron a ser dulces.
Ella ahora es mariposa y baja a ver que las flores y los frutos estén sanos. El es árbol. Vigila. Da sombra. Y cuando ve acercarse a la mariposa, baila. Aunque dice: yo no bailo, simplemente me dejo mecer por el viento.

lunes, 26 de octubre de 2009

Hombre trabajando


El fin de semana terminé de adaptar Cascanueces, de Hoffmann, a teatro para niños, aunque manteniendo algo de ese toque macabro que el autor cultivaba. Me la pidió Jorge Villanueva, quien me prestó un par de libros antiguos, bonitos, sugestivos. Va la canción final:

Voy a regalarte un sueño

un sueño de navidad

envuelto en estrellas rojas

al pie del árbol está

al pie del árbol del tiempo

sueña siempre y pide más

sueña siempre y pide al cielo

un camino de cristal

y si avanzas mientras pides

tu sueño se cumplirá

al pie del árbol del tiempo

sueña siempre y pide más

Sueña el amor, sueña un mundo

hecho de luz y de paz

si sueñas al pie del árbol

tu sueño se cumplirá.

al pie del árbol del tiempo

sueña siempre y pide más.




Ilustración de Roberto Innocenti.

sábado, 24 de octubre de 2009

Para atravesar una noche invisible

El miedo es el enemigo de los viajes
de los puentes / de los primeros besos
Pesa en los zapatos
Pesa en las lágrimas en los relojes
Nos hace huir de quien nos necesita
como de los fantasmas (seré siempre un ejemplo).
Es un rayo que baja cuadro a cuadro
y su mayor triunfo
es el vacío de las almas.
Pero el miedo
tiene miedos
teme que lo identifiques
que le encuentres la raíz / el epicentro
que te tapes los oídos
o descubras que su tumba es el olvido.

Aprende a cruzar la noche
sin temor / fosforescente
sonrisa / brazos en cruz
ni gatos negros ni violadores
partirán en dos tu santo camino en llamas.
El miedo es
un mar negro
camina sobre él
tú misma eres el cayo de coral iridiscente
te vemos desde el cielo /un punto que titila
tú nos llamarás futuro
te llamaremos
confianza.

jueves, 15 de octubre de 2009

Perfiles: la Drama queen


Les dicen Drama queens. Hacen escándalos por todo. Si cometes un error no te dirá: "no hagas eso de nuevo", te gritará ERES UN DESCONSIDERADO Y NO SE COMO TE AGUANTO TANTAS IDIOTECES. Drama queen no busca la solución, busca el conflicto. Es incendiaria, es hiperexpresiva, es manipuladora y continuamente está ofendida o cree que debería estarlo: siempre le están robando, la están acusando, la ofenden, la molestan. Genera silencios insoportables y tensiones que podrían matar a cualquiera de una embolia. Puedes disfrutar con ella una fiesta maravillosa y al día siguiente sufrir un ataque-de-gritos porque no le dijiste en los primeros cinco minutos lo linda que estaba. Le puedes regalar la luna y torcerá los labios en una mueca porque se la bajaste fría.

La Drama queen no está molesta: está molesta contigo. Por eso puede reírse con todos alrededor pero lanzar hacia ti, de soslayo, una mirada de hielo que significa húndete en la tierra y no me hables más. Para la Drama queen el desprecio y el maltrato son licencias que puede darse porque soy mujer o porque soy así o por lo que sea, y sabe muy bien que eso que hace es maltrato... porque no se lo aplica jamás a nadie más que a ti. Y es que ella cree que si tú eres el novio o el amigo que debe aguantar sus reacciones, el afortunado eres tú por tenerla cerca y no ella por tener quien la soporte. No está hecha para ti sino para sinvergüenzas que la desprecien como ella quisiera. Porque la gritaron mucho de chica y eso le hace creer que el castigo y la amenaza son el Esperanto de las relaciones.
La Drama queen transforma al hombre, lo vuelve cariñoso y atento y además, obediente, meloso, silencioso, paciente. Con suerte lo encontró así. No importa si se empareja con chihuahua, dálmata, rottweiler o labrador, al final los vuelve a todos San Bernardos. Luego, si no logran soportar el esfuerzo emocional, los espanta o los mata de tedio. Si no eres obediente y sumiso te aplastará lentamente: Su corazón es enemigo de tu hígado y no parará hasta destruirlo.
Tiene una grabadora para el mal humor: si se acostó enojada o dejas de verla luego de una discusión, al día siguiente -o al año siguiente- como el DVD que vuelve al punto donde dejaste la película, ella retomará su odio y su mal humor. (Lo sentimos: la grabadora no retiene los buenos momentos).
Poco a poco, Drama queen espanta a todos. Sólo consigue amigas parecidas a ella, para hablar mal de tooooda esa gente malvada y desconsiderada que comete errores imperdonables -no llamó a la hora, no avisó de algún cambio simple, habló con alguien a quien NO DEBIO hablar- lo que hace que se rodee de personas débiles, castradas del alma o igualmente escandalosas. O quizás de algún zorro que finge paciencia para llevársela por una noche y luego salir corriendo mientras Drama queen le arroja cosas, profundamente herida y pensando en cuán mal hablará de él con su público, sus Drama queen servants. Si consigue alguien bueno no reconocerá la propuesta de paz que le ofrecen para la vida y lo tomará como indiferencia, a ti mis problemas no te importan, tú eres frío y no sientes como yo, lo que pasa es que no me quieres. Las Drama queen no nacen: se hacen. Pero nunca se deshacen. Sólo te queda decirte: esto es lo que oiré toda la vida, y agradecer a Dios el regalo y recibirlo (eso sí, bien calladito) o correr, Forrest, correr por tu vida que allí viene la Drama queen con las manos llenas de cuchillos. Si te bota, escapa sin discutir. Si empaca, déjala irse y como la mujer de Lot, no mires atrás o te quedarás allí para siempre, salado, saladísimo.
 

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Dora es la libertad


No sé si publiqué este texto, que escribí para el programa de mano de la puesta de Las neurosis sexuales de nuestros padres, de Lukas Bärfuss. Lo comparto con quienes no la vieron. Wendy Vásquez estuvo inolvidable.


Cómo hablar de nosotros, hablarte de Dora y no decirte nada de la obra

Dora es la libertad. Dora es el deseo.
Está llena de rabia.
La fuerzan a cambiar.
Luego la liberan, como a Segismundo. Y una vez libre Dora hace lo mismo que Segismundo, lo mismo que nosotros, lo que en todos es posible menos en ella.
Mal, Dora, muy mal.
Tu libertad nos horroriza, como los espejos que nos condenan a repetirnos.
Tu vehemencia sin dueño se parece demasiado a nuestras pasiones y nuestras manías.
Tu locura nos deja mal porque es demasiado inteligente, retadora, inquisidora.
Dora es joven y por eso se cree capaz de hacerlo todo.
Dora es joven y por eso nos creemos capaces de hacerle todo.
Para parecer más sanos y maduros que ella.
Mal, nosotros, mal.
Dora es el amor. Ese amor universal que lo enciende en llamas todo.
Dora es la libertad y sólo se parece a la locura.
Dora es el deseo. Y al deseo nadie lo detiene.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

El periódico: lectura esquizoide


Tengo que quitarme la costumbre de interesarme en todo. Hacer foco en una idea y no crear mil nuevas hasta que la primera florezca.
No tener mente de chef de restaurante famoso que cocina cien cosas a la vez. Pero leo El Comercio del domingo y enloquezco.
Qué baratas las memorias USB de 8 y 16 GB. Qué interesante la vida de Matthew Lukwiya, el médico jefe del Hospital Saint Mary de Uganda que combatió el ébola hasta morir contagiado. Qué maravilla las rosas que pinta Carmen Reátegui, al menos vistas en foto: habría que ver sus cuadros. Sillón de cuero: 583-1032. O un mueble de un ex trabajador de Canziani: 331-2341.
Boliviamar, espacio abandonado en Ilo ¿anuncia una guerra en Latinoamérica? ¿O lo hace la computadora del líder de las FARC?
Las máquinas de Edipesa. Mi posible libro infantil ilustrado. Los auriculares con bluetooth Motorola. Ejercicios. Una cerveza. Carne de avestruz. Demonios. Todo me importa.
La muestra en la Casa Wiese -Carabaya y Miró Quesada– y los 20 blogs más populares, y la historia del corsario Joris Spilbergen o Spitberg (1568-1620) o la foto de Camilo Sesto que se parece cada día más a Carlos Carlín, o viceversa. O la estatua de Mafalda en San Telmo o el cuadro de Santa Rosa de Francisco Laso. La historia de la hacienda San Agustín –cerca del Callao- contada por Elizabeth Lino Cornejo, The very best of El Alma de Lila Downs, canopy en Santa Teresa, Cusco... Rius en Lima, Proyecto Empleadas en El Galpón y los japoneses, siempre los japoneses, como Augusto Kague -dueño del restaurante Ah gusto del Callao- contando cómo en 1942 apresaron a su padre, lo llevaron con otros a Piura y luego lo despacharon a un campo de concentración en Estados Unidos. Y el Sudoku, y el crucigrama, y Felipe frente a Mafalda, como yo, incapaz de concentrarme.

viernes, 28 de agosto de 2009

Seis días de setiembre



El pasarme la vida en una oficina me ha entrenado para generar ideas que ayuden no sólo a hacer publicidad sino también a crear espectáculos o textos teatrales. Eso me ha permitido ser invitado a colaborar anónimamente con autores o directores poniendo y quitando cosas, generalmente sutilezas como textos de enlace, propuestas estructurales, parlamentos adicionales o títulos de montajes. Pero así como aporto ideas a pedido se me quedan otras en el tintero, ideas que recuerdo con cariño y que me provoca contar. Sé que no las necesitan nuestros directores más creativos –Alberto Isola, Guillermo Castrillón y Ricardo Morán, sin dudas- pero sé también que la imaginación ayuda a todos y que oír ideas dispara más ideas, así que acá van algunas que algún día realizaré.

Seis días de septiembre: Alguna vez le sugerí a una joven actriz que me contaba sus penas que las ordenara en seis monólogos unidos por el mismo personaje y por el hecho de que ocurrieran todas en septiembre. El día que su padre la abandonó, su primer encuentro sexual, sus rupturas más importantes, su decisión de morir, etc. ¿Llegará a hacer algo con eso? La idea es buena: armar una serie de escenas de alto impacto emotivo unidas por un tema sutil y a la vez polémico, personal, potente.

El año en que naciste: ¿Qué tal un recital de música romántica donde el público anote en un papelito, al entrar, el año en que nació? La cantante saca al azar un año y canta una canción de, por ejemplo, 1980. Habría que tener repertorio amplio y buena memoria, además de predefinir las canciones que abarquen varios años. ¿A quién no le gustaría que su año motive una interpretación? Si naciste en 1971, por ejemplo, podrían cantarte el tema de Melody. O si naciste en 1960 te dirían: cuando naciste no pensabas en canciones de amor, pero a los 11 años seguro te enamoraste con este tema… Y también te tocarían Melody. Y así, con cada año se lanzaría una canción, una idea, un buen recuerdo.

Clásicos para dos: Me reuní con Alonso Alegría para conversar y le conté entre otras cosas mi intención de adaptar Fuente Ovejuna para sólo una actriz y un actor, y que ese impulso me lleve a adaptar grandes clásicos para solamente una pareja de intérpretes. Le gustó la idea (“¿qué par de actores no querrían hacer, por ejemplo, don Juan Tenorio?”) y ya estábamos por darle forma cuando mi agenda y mis errores nos distanciaron. Pero la idea sigue allí: habría que buscar con quién plasmarla.

En fin. Mi intención no es llenarlos de ideas o mostrarlas como quien presume de algo sino generar ideas nuevas, las ganas de crear, la búsqueda de un doblez inesperado, un ángulo diferente, un enfoque renovador. Ganas de crear y luego, de llevar a escena lo pensado y concretar los sueños. Y ganas también de que pasen cosas, porque a la vida hay que jalarla pero también -de vez en cuando- hay que meterle un buen empujón.

sábado, 22 de agosto de 2009

Anotando

Un día salí a robar, o a aprender, o a aprehender.
Y anoté:
De Kike el entusiasmo que empuja todo adelante.
De Juanca la seriedad, de Lucho la desconfianza, de Lali la frescura, de Rocío el orden, de mi Negra su capacidad de ser tan amorosa, de Marco su persistencia. De Renzo la terquedad. De Tay el silencio. De Gabriel el buen gusto. De Mía la capacidad de mirar más allá, de Alicia la preocupación por los sentimientos, de Mafe las ganas de divertirse, de Camila la dedicación.
De todos algo. De todos.

En una noche vacía

Alguien con quien caminar en buzo, de noche, hasta el Starbucks, para quedarnos conversando hasta que amanezca. Alguien que se duerma viendo conmigo una película y no despierte asustada por volver a su casa. Alguien con una familia que acepte a este bicho raro o alguien a quien no le importe si su familia lo acepta o no. Alguien que cierre conmigo las puertas, los cajones y los proyectos. Alguien que en silencio, al otro lado del escritorio, se siente a crear al tiempo que lo hago yo. Alguien con más ganas de hacer nido que de volar. Alguien que no sea una cometa arrastrada por el viento de la desesperación y que crea en un futuro que no sea sólo su futuro. Alguien que acompañe sin poseer y que crezca sin apretar. Alguien que ame sin mentir y reciba sin robar. Alguien que no eres tú pero sí eres tú.

jueves, 20 de agosto de 2009

Así son las cosas.

Lo impulso a divorciarse porque lo quiero y luego lo abandono porque me conviene.
Regreso a su lado -porque lo quiero- pero me voy con otro... porque me conviene.
Me iría a vivir con él porque lo quiero. Me voy a vivir sola porque me conviene.
Acepto que me llame tonta (porque lo quiero) aunque lo engañe mucho (porque me conviene).
Se fue a vivir con otra y me dio pena, porque lo quiero.
Hoy digo que lo amo y hasta llamo a saludarlo, pero no sé por qué hago eso.

lunes, 3 de agosto de 2009

Sucios miedos II



Miedo a entregarse
No eres ni serás propiedad de nadie. Pero alguna gente, desde que la miras a los ojos por primera vez, se vuelve tu dueña. No puedes admitirlo pero te poseen. Pasa de golpe con alguien, en una esquina. Te mira. Se miran. Y entonces tus candados caen, las murallas interiores se derriban y tus elásticos se vencen. Lo sientes en la piel: esa mirada -como las trompetas en Jericó- ha franqueado tu alma hasta el tuétano y sólo te queda entregarte. Y a veces crees -quieres creer- que dándole el cuerpo a quien te captura así te librarás de ese compromiso mágico. Falso. No es posible: sigues siendo suya. Tras el placer de tu cuerpo vencido viene el del alma sometida a gusto, el de saber que te llevan en un relicario, al cuello. Como azúcar debajo de la lengua se derrite ligera en tu boca cierta noción de realización, pero eres veloz como los ejércitos de hormigas y vuelves a construir obstáculos, fosos, trampas, lo que haga falta para que entregarte sea imposible. Porque tras esa derrota sutil oyes latir, como un tambor, la felicidad. Y el que se entrega es feliz, pero tú no quieres cerrar los ojos ni caer de espaldas en brazos de tu dios, aparecido y vibrante mientras mantiene la mirada sobre ti. Tomas lo peor del mundo -barro, bazofia, excremento- y lo untas en tu cuerpo. Quien te posee te lame y te limpia sin vergüenza. Entonces, mientras está arrodillado venerando tus pies, le quiebras la cabeza con una piedra. Eres libre, pero algo hace que llores. y por más que llores, sigues sucia. Y tiemblas esperando la siguiente mirada. Sabiendo, aterrada de ti misma, que nunca dejarás de ser adorada y poseída y, por lo tanto, nunca dejarás de matar.
 
Miedo a pertenecer
Yo no soy de aquí, le dices a tus amigos, yo debí vivir en otra época, en otro lugar, debería largarme a Buenos Aires, a Barcelona, a Boston... Lo dices con la esperanza de que alguien te conteste: sí, eres de aquí y aquí vales mucho, aquí deberías quedarte y florecer, aquí es donde amas y eres amada. Pero no. Nadie te lo dice. Te desean buen viaje, te dejan escapar y tu alma siente, como si una copa se rompiera sin tocarla, que no vales nada. Porque es verdad: no vales nada. Eres una más de esas millones de personas cuya existencia podría ser obviada por la vida, y eso te desespera. Cometes entonces el mayor error: dejar de pertenecer solamente para demostrarte que sí, que pertenecías. Te vas. Quemas tus naves. Vuelas los puentes luego de cruzarlos y luego, desde lejos, descubres que abandonaste el molde de tu cuerpo en una cama, en la arena de una playa, en la larga cabellera de alguien que te abrazó. Vuelves trayendo regalos y mostrando lo poco que obtuviste fuera: un vestido de flores, un reloj de pulsera, una foto. Regresas y sientes que pagas una deuda, no sabes a quién ni por qué. Todos te saludan, te reciben, vales algo hasta que el tiempo se encarga de mimetizarte con el lugar al que regresaste. Vuelves a darte cuenta de que tu valor es cero. Vas a una adivina y ella te lee el futuro, te dice que serás famosa, o que tendrás hijos, o que alguien te amará para siempre, y tomas eso como gran consuelo. Pero esa misma noche olvidas lo que te dijo y el techo sobre tu cama se hace infinitamente alto. Y vuelves a valer nada. Y dices una vez más tendría que irme aunque sea un tiempo con la esperanza de que alguien te detenga. Tenlo claro para siempre: nadie lo hará. Tú misma has borrado tus huellas. De tanto repetirte que no vales nada, nos has convencido. Vete y vuelve para seguir soñando que de nuevo te largas. Porque te has arrancado de aquí. Porque nunca pertenecerás, y eso da mucho miedo. Tanto que te resultará más grato soñar con tu entierro, con cuánta gente viene a despedirte, con lo cierto que era su amor. Te entierran con el vestido de flores, lo ves como si estuvieras ahí. Y mientras te pones el reloj plateado -para salir a trabajar- cuentas las venas que sobresalen de tu muñeca.
 
Miedo a soñar
Soñaba demasiado y eso le daba miedo, tanto que los sueños no terminaban nunca. Porque el miedo es el enemigo de los sueños: los mata estirándolos, por cansancio, haciéndolos densos y largos. Los convierte en eso que todos tenemos: planes. Pero un sueño es algo más grande, y si un plan es una estrella, un sueño es una constelación. Por eso el miedo los odia, porque crean seres en el aire. Si el miedo ataca tus sueños te hará creer que te apoya pero en verdad querrá que nunca despiertes, que sigas soñando y te quedes inmóvil. Para detenerte se disfrazará de otros miedos: a la altura, al azúcar, a la estabilidad, al orden. Al fin y al cabo, así también te vence: todo miedo es miedo a soñar.
Más miedos, tengo como 30. Pero hasta acá nomás, los primeros están dos entradas más abajo y hace mucho sueño para poner el link...

jueves, 30 de julio de 2009

Santiago


ENVÍO


San Santiago del Cuzco,

muy caballero,

en su caballo blanco

baja del cielo.

Las espuelas de plata,

dorado el pelo,

claros ojos redondos,

negro el acero.


De la sombra le miran

los que murieron.

San Santiago del Cuzco,

muy caballero,

pisa tierra peruana,

no quieren verlo;

a su España se vuelve,

no quieren verlo;

por el mundo camina,

no quieren verlo.


San Santiago del Cuzco,

muy caballero,

a su cielo regresa,

con torvo ceño.

No quieren verlo.




Un poema del excelente Washington Delgado, a propósito de Santiago, el Matamoros, al que vi en Yuyachkani (lean mi nota) y me lo encontré de nuevo en una bella exposición en el Centro Cultural de la Universidad Católica. Hay que ir.

miércoles, 29 de julio de 2009

El beso



El tenia 18 recién cumplidos. Ella tenía 27 pasados. El estaba tranquilo, casi asustado. Ella, desde el otro lado de la barra -y de la vida- lo miraba fijamente a través de su vaso de whisky. Esa boca, se dijo, él es un niño pero esa boca no es de niño. Esa boca es de dios.
Se le pegó con alguna excusa. Le habló de cualquier cosa. Luego se le acercó mucho más, le puso el índice en la barbilla y le dijo: ¿qué tienes ahí, en el labio? El no pudo responder. Ella, más cerca, agregó: una costrita, un puntito, de repente es un... y juguetona, lo besó. Fue un beso breve pero de roce intenso, con calor, con entrega, con intercambio de muchas cosas.
¿Un puntito? -dijo él cuando ella lo soltó, sin respetar el silencio de los buenos besos- Debe ser herpes. Me contagió mi prima cuando teníamos 14.

lunes, 27 de julio de 2009

Sucios miedos I


Escribí mucho alguna vez acerca de los miedos, de los lastres, de las mutaciones tristes que deforman a la gente, y de esos textos -que eran más de 20- he encontrado algunos. Los comparto como base para algo que alguna vez escribiré.



Miedo a la oscuridad
¿Le temes a la oscuridad? Entonces eres sabia como una niña, porque le temes al lado oscuro de la vida y de la gente. Le temes a esos que parecen tener la luz encendida pero andan mintiendo y destruyendo a otros con el pretexto de repartir sonrisas brillantes y abrazos de amor. Tú los ves y corres, y como eres una niña que aún no habla, sólo puedes abrazarte a la pierna de quienes sí te aman. Los ves pasar sonriendo y deseándote buenas vibras y te das cuenta de que son un pozo de dolor y castigo, los ves haciéndose daño a solas y luego, deseosos de más, salir a destruir gente fresca, a comerse la alegría de otros, a partirlos por dentro. Donde los oscuros se abrazan con falso cariño tú ves monstruos que se despedazan unos a otros. Cuando un oscuro captura a un limpio los perros ladran y todos los niños suspiran con tristeza. No temas, niña. Aprende y perdona. Tú también serás aunque sea un poquito oscura, y eso te dará fuerzas para librarte de los demonios que sonríen. Atraviesa la noche y no tiembles. Si brillas más, se espantan. Buscarán otros monstruos. No vendrán por ti.


Miedo a los espejos
De repente sientes pánico, vacío, dolor inconmensurable. Has visto con terror que algo macabro se te apareció al lado, que pasó casi invisible. Te volteas de golpe, sudando frío, para sorprenderlo, y descubres un muro de vidrio y azogue. Y en él, encerrada, tu imagen.
Si le temes a los espejos es porque percibes algo en ti que los demás no ven: Ves a La Muerte que se ha apoderado de tu alma. Porque los humanos nos amamos, y sólo La Muerte aborrece su imagen, odia que tu esqueleto al emerger traicione su escondite, detesta que detrás de tu mirada aparezca la suya, devoradora y triste, porque confunde su mirada con la de alguien más poderoso y teme que la pueden matar. De eso sufren los vampiros, títeres de La Malvada. Si le temes a los espejos, exorcízate. O acabarás chupándole la alegría a los demás con un deseo de conflicto y podredumbre que ni tú mismo podrás entender. Es simple: libérate del deseo de tenerlo todo, vivirlo todo, exprimirlo todo, conocerlo todo. No se trata de no querer vivir, se trata de recibir lo que venga y no forzar al mundo a entregar sus bienes, como si tu deseo lo asaltara. Ese deseo tan poco sabio es diabólico e inhumano: es el deseo de La Muerte de cubrirlo todo con su sombra. Si no puedes renunciar a él, renuncia a ti misma y mátate. Estarás matando a La Muerte. O al menos le darás un susto inmenso al verse descubierta y vencida por sus propias armas.

Una última recomendación: de ser posible, mátate frente a un espejo.


Miedo a no volar
Todas las demás volaban. Ella no. Eran más jóvenes y más afortunadas, y volaban hacia cielos que ella no conocía. Cuando se los describían sonreía con falsa condescendencia pero por dentro el odio de estar atada al piso la enloquecía. Tenía miedo de no lograrlo nunca.
Para sentirse elevada decidió fingir un día que ayudaba a los demás rastreros, a quienes tampoco podían elevarse. Los encontraba desesperados en los precipicios, con la mirada clavada en el horizonte. Los tomaba de un ala y los arrojaba al vacío. Les decía palabras sabias que había oído de sus amigas -las que sí volaban- y les recomendaba no temer, quizás porque sabía que era su miedo el que la había lastrado para siempre. Mató así a muchos que pudieron haber volado si no la hubieran hallado antes. Buscó luego a otras rastreras para mirar juntas desde abajo, con horror e hipocresía, a esas que cubrían el cielo con sus alas. Las odiaban porque no podían. Sus alas eran muñones, sus músculos eran blandos y sus cuerpos, estériles. Su diversión era remedar el vuelo y alabar unas a otras los movimientos de sus articulaciones sin gracia. Después, melancólicas, se sentaban a mirar el mar y guardaban silencio pues sabían que cualquiera, en cualquier momento, si se atrevía a hablar, develaría su mayor temor: el de asumir que nunca nacieron para el cielo. Que fueron creadas para la envidia, para el fracaso, para la tierra. Y ese miedo a conocer los propios miedos es el más paralizante de los terrores. Así, congeladas por su mediocridad, alabándose mutuamente, amándose sin procrear, se reúnen todavía ante un precipicio, frente a un fuego frío. Y ríen, o fingen reír.



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Continuará.

viernes, 17 de julio de 2009

Cuida el momento



Mi ritmo de vida –o peor, el ritmo al que va mi cabeza- me hace olvidarme de todo y al mismo tiempo, desear con intensidad que los momentos tengan algo que los haga recordables. Le corro a esos días sosos en que no pasó nada y en cambio busco que todo tenga un tag, una etiqueta pequeña que me recuerde ese fue el viaje a España donde conocí a su padre, esa fue el día en que llevé helados a su casa y se derritieron en una bolsa y hasta estúpidamente esa fue la reunión donde entendí lo que es una tabla normalizada.
Trato de hacer valer los momentos románticos, los familiares y también los laborales porque quiero valorar lo que vivo y le temo al tiempo que corre en blanco, vacío, estéril. Me ha gustado siempre fabricar momentos especiales, agregarles un chiste, una frase, una imagen que los haga agradables ante todos y recordables para mí.
Por eso mismo me duele mucho cuando la gente se vuelve rompemomentos. La madre que arma un pleito justo en el cumpleaños de su hijo, la novia que se queda callada durante toda la cita o el tío que se pone a gritar en plena navidad. Creo que debemos educarnos para no asumir ese rol, el del tonto que arruina los momentos por impaciente, por no medir sus palabras ni sus reacciones, por creer que lo que yo siento es más importante que lo que nosotros sentimos.
Recuerdo instantes arruinados sin querer –aunque duelen igual-, errores salvajes de gente culta que echan a perder un día inolvidable y también a pequeñas alimañas especializadas en este tipo de sabotaje, que se arruinaban a sí mismas desde sus propios viajes de placer hasta sus reencuentros amorosos, además de la navidad y el día del padre, y más aún, por amor al dolor y sin importarles el daño que causaban.
Creo que al ser humano egotecnológico del siglo XXI le cuesta entender la noción de nosotros, le resulta imposible vivir en plural porque prioriza su primera persona del singular. Le importa más tirar su mal genio aunque se arruine el almuerzo, como si su alma tuviera la urgencia de defecar en medio del mejor momento grupal. Creo que así la libertad la usamos simplemente para desfogarnos y no para construir: si me gusta esto, lo digo y que revienten los demás y que se funda el viaje feliz. Si a los viejos nos educaron para defendernos, para reclamar lo nuestro y para pelearlo todo, quizás nos hemos excedido al pasarles esto a los más chicos y hemos criado una generación de peleo por todo, no considero a los demás y no me importa nadie más que yo. Puede que esa actitud sirva para los tiempos que vienen, pero si no sabemos administrarla, nos va a reventar las pocas pompas de jabón que constituyen la vida. Puede que simplemente me toque volverme más duro, curtirme y sentir: ok, arruina mi momento y espera que pronto me tocará fastidiarte a ti.

miércoles, 8 de julio de 2009

¿Será tuyo, Jorge Luis?


Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.

Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.

Acá está la historia, bien contada. La colgó Carlos Ianni en su facebook.

lunes, 6 de julio de 2009

Vivo en el limbo

Qué linda canción y qué a tiempo ha llegado.


viernes, 26 de junio de 2009

Dos cintas rojas


Dos mujeres juntas,
un solo secreto.
Dos desesperanzas bajo un mismo techo.
Doble carcajada.
Dos que en soledad
no sienten nada.

Dos mujeres juntas,
guerra de sueños;
dos mujeres juntas,
mar de consejos.
Café
sin azúcar,
flores de papel
y abuelos sin nietos.

Cuando tiemblan cantan:
copas de vino.
Dos olas que chocan
y un remolino.
Una sola gota
atraviesa ardiente
sus dos caminos.

Dos princesas arden
bajo la aurora.
Comparten el aire
que las devora;
nubes que se estrellan
en pos de ese rayo
que las libera.

Dos mujeres juntas
no se sonrojan.
Hechas de coral
y cintas rojas
duermen abrazadas.
Mundo sin amor:
no sabes nada.
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Lo pensé para que lo recite Mara Sanz a su mejor amiga. La foto la saqué de este joyero online, ¡son accesorios contra el mal de ojo!

lunes, 22 de junio de 2009

Todo poema es pertinente


Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se estan yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre- ¡ que bueno !- han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.


Un poema insoportablemente bien escrito: Los amorosos, de Jaime Sabines.

viernes, 12 de junio de 2009

Ni tú siquiera


Ni cien mujeres ni diez mil suspiros
ni un millón de años
ni una gran tragedia
ni una muerte cruel
ni una mano inmensa
ni dioses ni monstruos
ni el amor de otros
ni el alcohol ni el viento
ni siquiera inefable la locura
tampoco tu desprecio
tus burlas afiladas
ni el odio de las brujas
que te amamantan te raptan te transforman
ni esas ratas negras que infectan tu cama
ni el silencio
las prisiones
el orgullo
ni el sol desintegrado en un millón
de tardes y de esperas
ni el karma o la miseria
ni la traición ni los hijos
ni el tormento

me lo dijo entre sueños un ángel
sonriente
ni las palabras
ni el vacío
ni la muerte.


Este texto mío va, creo, para una obra que estoy escribiendo, Mara Sanz. La foto del ángel de piedra es de Dean Palmer.

lunes, 8 de junio de 2009

Yola pienso.¿Tula bailas?

Polvo sin mundo


Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.

Un poema de Miguel Hernández. Una maravilla. De su Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)

sábado, 6 de junio de 2009

Ni ladra ni muerde


Donde he encontrado la mayor cantidad de animales domésticos disecados es en el mercado de pulgas de Santiago. Este lindo perro fue el primero que vi, y no agrego nada porque me está mirando. Voy a buscar más fotos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Poemas en añil

LA JAULA

Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.


Me llegó este poema de Alejandra Pizarnik en un boletín de la web literaria llamada Poemas en añil. A leer, a sentir, a crecer.

jueves, 14 de mayo de 2009

Sábado y de noche

Se hacía la muy puta, pero era sólo un pretexto para enamorarse.

viernes, 1 de mayo de 2009

Cómo conocer bien el servicio de DirecTV Perú


Entras a la web deseoso de preguntar.
Haces clic en la ventana que dice Chat.
Te responden automáticamente: Bienvenido a nuestro Servicio de Chat. En que podríamos ayudarle?
Luego aparece un señor llamado Nicolás Salas.
Sonríes.
El de la sala de chat se apellida Salas, ¿son ingeniosos o no?
Le preguntas un par de cosas sobre el maravilloso DirecTV.
Nicolás contesta a la primera y antes de responder otra pregunta te evadirá con un gentil si gusta sr. le llamo asi le explico como funciona el servicio y las promcoiones.
Tú haces lo que hice yo: le contestas que no, que prefieres que te explique en el chat (yo no le dije directamente "si quisiera hablar te hubiera llamado!" pero lo pensé).
A continuación responderá: espere un momento.
Obviamente, esperas. No te queda otra.
Maravilloso Direct TV Perú no te responde.
Esperas más.
Si te cansas como yo, le escribes: zzz.
Nada.
Le dejas una nota más, como la mía: mis preguntas, resumiendo: ¿tienen animax en algun paquete? ¿cuánto tiempo debo contratar como minimo? y la tercera: ¿lo que pago es exactamente lo que dice en la web o debo incluir algo más ? (decodificador, IGV o lo que sea). Pausa.
Silencio.
Nada.
Le escribes la hora. Son las 2 y 12 p.m. señor Salas. Esperas como yo, que escribo esto a las 3 y 31 p.m.
Te preguntas: ¿Nicolás Salas existe?
Miras por última vez la ventana de DirectTV y lees lo que dice arriba: DirecTV es la televisión que mejora la calidad del cable en el Perú.
Te ríes -como yo- y piensas: si así es el servicio en el chat, imaginemos el resto.
Haces clic y cierras el chat.
Haces otro clic y adiós DirecTV Perú y hasta siempre, Nicolás Salas.
No te quejes: digital significa con el dedo.

jueves, 30 de abril de 2009

La mejor amiga


Tenía cuatro patas
cola peluda
y ladraba
pero yo creí que era una chica
yo creí que era una chica.

Aullaba a la luna llena
cuidaba como oro
sus huesos
perseguía camionetas
pero yo creí
-lo juro-
creí que era una chica.

Saltó en una todo terreno
y no la vi nunca más.
Volvió al mes, sucia y contenta.
(Seguí creyendo lo mismo).

La dejé un día
acercarse
dormir al pie de
mis sueños
lamerme las manos los días grises.
Hablarme de jugar
de rabias
del futuro.
Hasta que la encontré con otra chica peluda
como ella
se olían se lamían
como nunca me había lamido
se encaramaban se revolvían
le pregunté quién es ella
no quiso decir su nombre pero lo leí en la placa
que colgaba de su cuello
que no pude apretar.

La escucho rascar la puerta mientras finjo que no existo.

Nadie sabe si soy loco,
yo creí que era una chica.

Qué habrá pensado de mí.

jueves, 23 de abril de 2009

La chica se llamaba Melody



Debo haber sido un niño muy sensible. O simplemente llorón. Pero vi esta película a los 11 años y me enamoré de todas las chicas del mundo, y el amor me daba pena, y no sabía qué sentir.
Hoy la oigo y me gusta lo que siento, pero me da miedo también.
La música era extraordinaria: me tocó tanto como la cara de ella, o la historia (que no recuerdo) o qué se yo.
Quizás simplemente debería volver a verla con alguien al lado. Con Melody. Con alguien que no se asuste viéndome recordar.




viernes, 17 de abril de 2009

Maldito cubito


Si vienes del blog de El Comercio a leer sobre Dora, es en el siguiente post, debajo de éste. Gracias.

viernes, 10 de abril de 2009

Ni calco ni copia: creación heroica


Leí una obra y me inspiró escribir otra parecida.

Siempre me ha pasado.

Me lleno de historias que me conmueven y luego, una obra ajena me impulsa a escribir mi historia.

Ocurre a veces cuando leo algo que me toca mucho, que me conmueve por la integración de lo formal, lo emocional y lo social. Ocurre también, para bien y para mal, cuando veo un montaje que no me gusta y anoto no sólo mis impresiones sino las mil ideas que me llenan la cabeza para aprovechar esa escalera inútil, ese buen actor desperdiciado, ese gran momento de tensión que resalta de improviso en una mala puesta.

De obras ajenas saco impulso pero sobre todo, sugerencias estructurales, una idea de la forma primigenia de mi obra, una en la cual mi historia pueda calzar y que además me permita desarrollar el lenguaje como quiero en ese momento.

¿Cómo quiero escribir ahora?

Después de leer a Lukas Bärfuss quiero una obra breve, con la historia de una desgraciada a la cual le pasen pocas cosas pero todas malas. Una historia en la que todos los personajes que la rodean se sientan buenísimos pero hagan, a vista del espectador, maldades espeluznantes. Además quiero que no haya monólogos, que el diálogo corra como Woyzeck –"como una navaja abierta"- y que las acotaciones sean escuetas y mínimas, como en Las neurosis sexuales de nuestros padres, la obra de Bärfuss que tanto me ha estimulado. Maestro. Escribí de él en mi blog de El Comercio, pero todo esto que es más personal viene acá, para saciar mis ganas de contar mi proceso y tu curiosidad, (sí, la tuya, decadente espía, que abres la boca sorprendido al saber que de sorpresa, con esta frase, te señalo con el dedo). Guiño para la platea, venia y hasta pronto.

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La foto es mía: una banca en un parque de Disney.

En esta web encontré este comentario que comparto por útil:

"Lukas Bärfuss cuenta la situación de Dora con brevedad, en escenas cuyo sabor lacónico revela los esfuerzos que les ha dedicado. Se abstiene de toda explicación del hierro caliente social que también se podría forjar de esta historia. No toma postura y no toma partido. Observa y muestra. Observa con la mirada ligeramente maligna del satírico que se detiene en personas en apuros, es decir, sus escenas emprenden siempre el camino más directo al quid de la cuestión, pero no acusa. No hay sitio para palabrerías solemnes esquivas. Y en esta discreción reside la fuerza de su obra. Aparte de Dora, naturalmente. No hace de ella una heroína ni una santa, y menos aún una víctima lamentable. No se pone delante de ella en tono pedante. La observa desde una distancia casi tímida. Es totalmente preciso cuando trata los detalles de su comportamiento, pero no la somete con pedanterías auctoriales. El secreto de su ingenuidad, que es también el secreto de su indestructibilidad, permanece sin revelar. Y eso no sólo está bien. Es hermoso".
(Dorothee Hammerstein, Programa de mano Jornadas de Teatro de Mülheim 2003)

miércoles, 8 de abril de 2009

Otra nota para el olvido

Ahora resulta que había un montón de premios de teatro, además del certamen del Ayuntamiento de Guadalajara que alguna vez gané, y el de Sevilla que ya lo conozco (¿o gané el de Sevilla? Qué memoria...). Hay un certamen en el Ayuntamiento de Torreperojil, Jaén, o lo había al menos: Ayuntamiento de Torreperojil, Patronato de Cultura y Deportes, Plaza de la Villa, 19, 23320, Torreperojil (Jaén). Digo y anoto esto para no olvidarme de mandar mis textos, que siempre me olvido y después, por olvido, no tengo ni cómo lamentarme. Hay el Tirso de Molina, que arañé pero nada, y el Casa de las Américas, que premia teatro este año. Existe el Premio "Carlos Arniches" de la Ciudad de Alicante, el Enrique Llovet (creo que en Málaga) y así, miles y yo no sé a cuál convendrá mandar qué, y cuando tengo una obra lista me olvido, salvo que lo haya predeterminado. Pero tengo como tres obras a medias, e ideas para más, y vida para ninguna. Por lo menos, anotar me hace pensar.

lunes, 9 de marzo de 2009

Ninguna serpiente se muerde la cola


Para estar siempre feliz se aferraba a los recuerdos.
Para no perder recuerdos los guardaba en una cámara.
Para no perder la cámara la metía entre sus papeles.
Para no perder los papeles los embutía en una mochila.
No perdía la mochila: la llevaba en el automóvil.
A su vez al automóvil lo albergaba en el garaje.
El garaje no se movía: era parte de la casa.
La casa, con sus objetos, era base de la vida.
Un día, la casa ardió.
Para no perder la vida hizo lo que nadie haría: estar siempre feliz y sonreír sin descanso, sin fotos, sin papeles. Cubierto de cenizas pero atado al porvenir.

La ilustración es de una página delirante dedicada al Tarot y su simbología.

lunes, 2 de marzo de 2009

Supersueño

Soñé que mi carro se quemaba –sólo la mitad de atrás- porque lo había llenado de botellas de alcohol, tintes y cosas medio alquímicas y unos jardineros cerca lo habían cargado con las manos para estacionarlo mejor, provocando el desastre. Soñé que se aparecía Dani, ponía una agencia y se presentaba a todas las cuentas de la agencia en que trabajo. Soñé que un cliente tenía una tienda de embutidos y delicatessen y cortaba la corteza de los panes de molde poniendo las hogazas en una fila vertical, casi infinita, y pasándoles el cuchillo por los lados mientras me hablaba de la verdad. Soñé que Superman venía a Lima en visita promocional y yo le pedía soplar una botella y formar otra, una linda botella conmemorativa hecha con el supercalor de sus superojos en sus incombustibles supermanos. Empezaba a soñar que estaba inmensamente triste cuando el humo me despertó; oí un soplido, volví a dormir.

viernes, 20 de febrero de 2009

Los últimos días

Se acaban mis vacaciones. Me alejé y me acerqué según hizo falta. Abrí caminos, cerré otros. Y ahora cerraré la laptop, porque necesito oír mi voz -mis voces- pidiendo y llorando, alegres y directas. Definir lo que sueño -entre tantos sueños- avanzar más lo ya avanzado y poner mi mente en lo que quiero, atendiendo a la frase que oí en una película que vi con Alicia: a donde va tu mente, todo lo demás lo sigue.
Escribí en Superpopper que el villano, el Zombie Maker, usaba las pantallas para chuparnos el cerebro. Dejaré de mirarlas hasta el proximo fin de semana. Miraré mis manos, mi gente, los sueños que se me pongan delante.

jueves, 29 de enero de 2009

Los niños perdidos

Todos quieren recibir.
Pocos quieren dar con la intensidad con que reciben.
Todos tienen sueños.
Pocos quieren cumplirlos.
Todos tienen ideas.
Pocos quieren ser artistas.
Todos quieren amar.
Pocos quiere compartir la vida.
Todos dicen estar perdidos.
Pocos buscan.
Todos quieren amar a alguien.
Pocos quieren amarse a sí mismos.
Todos tienen un blog.
Todos.

martes, 27 de enero de 2009

Yo también vi llorar a mi padre


"En julio de 1950 yo tenía nueve años. Estaba jugando en la calle, como siempre, y Dondinho me llamó:

"adentro, que ya empieza la final".

¿Qué final?, pregunté.

"La final del mundo entre Brasil y Uruguay".

-¿Y qué pasa?, insistí.

"Que va a ganar Brasil y vamos a celebrar", respondió.

Papá, tío Jorge y varios amigos escuchaban el juego por radio. Cuando terminó, con el triunfo de Uruguay por 2 a 1, Dondinho lloraba. Nunca había visto a mi padre llorar y le dije, por esas cosas de niños, para consolarlo:

-No llore, papá. Yo voy a ganar una Copa del Mundo para usted, se lo prometo".


Contado por Pelé, tres veces campéon del mundo, 1282 goles, en su libro de memorias Mi legado.