viernes, 11 de enero de 2013

Huir por la punta del lápiz


Quiero sentarme a escribir porque al hacerlo hago mío al mundo, al escribir entiendo a todos, al escribir nada me sorprende porque cualquier sorpresa la he planeado yo y si alguien da un giro súbito no es súbito para mí y sé bien dónde ponerme para que no me golpee la vida con sus vueltas de campana ni me aplasten las ilusiones que mientras más grandes son, más daño hacen al caer. Escribiendo puedo librarme del trago amargo de la realidad o por lo menos preparármelo a mi gusto, tanto de azúcar, tanto de odio, tanto de anís.  Escribir es una puerta pequeñísima por donde salgo dividido en mil yos que combaten y ríen y del otro lado se enfrentan a millones de tús y a sus flechas que no dañan porque están hechas de mi aire y de mis palabras que como arena pegan en mi corazón, se desmenuzan y lo abrillantan. Escribir es lo que hago aunque deje de ver por ello a las personas que amo y deje de amar a las personas que veo y deje de creer que hay amor, personas, visiones o algo más allá de esta fila de letras con la que tejo y destejo el manto de la locura. Escribir es el mar, la tormenta, el barco hundido, la boya, la pistola de señales y el héroe nadador al cual los desesperados nos abrazamos hasta matarlo y ahogar su voluntad de salvarnos porque matar es escribir, como salvar, morir, flotar, gorgotear, llorar y evaporarse. Escribir es el último acto de libertad cuando el resto del mundo se ha impuesto sobre tus horarios, tus deseos y tus acciones. Escribir es un no que se repite con cada párrafo, un no tonante y tan bello que resuena en el vacío y entre las hojas que caen y sus sombras variables. Escribir es saber lo que va a pasar y torcerle el brazo al tiempo, a sus relojes, al tictac de la vida que dejamos pendiente en el momento en que decidimos cambiarla por la ilusión que vive del otro lado del lápiz.Escribir es arder para que respeten tus cenizas. Es llenar con agua una taza de madera para que el reflejo de tus dichos, como el sol, la haga retoñar.