sábado, 1 de mayo de 2010

Adiós, fibra y plata


Desmonto mi ampliadora: me paso a digital.
La venderé, junto con su lente nuevecito; un lente prístino y una linda ampliadora alemana que le compré al mítico Wilhelmi.
Guardo los papeles que aún no uso y que tal vez, en laboratorio prestado, usaré. Fibra, papel checo, Kodak, Ilford...
Boto los químicos, guardo sobres para virar al sepia, viradores al selenio y polvos así, mágicos y pestilentes pero que me alegraron tantas noches de música y pensamiento.
Qué risa me dan ahora las botellas de fuelle y el foco amarillo, qué risa y qué pena.
Me paso a digital, muchachos.
Bandejas compañeras, disculpen, me acordaré siempre de ustedes; enfocador fastidioso, a ti también te extrañaré. Gracias pinzas por salvarme los dedos, gracias paleta por sacar las gotas de cada copia recién lavada, Y a ustedes, que aparecen de repente como un montón de mariposas, tiritas de prueba con mil fotos que copié, archivé, vendí o regalé, tiritas de prueba con ojos de desconocidos, fragmentos de camisas, rincones de un paisaje perdido en el XX, tiritas de prueba en 6 grados de 3 segundos cada uno, no sé qué decirles. Ya dudé si botarlas o no. Y a todos esos cartoncitos negros sujetos de un alambre torcido, un clip estirado, a todos, hoy incomprensibles, gracias. Gracias incluso a estos dos ladrillos sobre los cuales ponía un vidrio y cartones recortados para el misterioso dodge and burn.
Por ustedes ennegrecí las ventanas, oxidé los ductos del lavadero y me fui a dormir oliendo a revelador. Ah, maravilla del tiempo, que te lo comes todo para darnos hambre y te lo robas todo para darnos más. Los extrañaré, utensilios del secreto, como extraño aún las mañanas en que me levantaba para que contemplemos juntos, el sol y yo, las copias de anoche. Las imperfectas, las dolorosas, y las exactas, esas que cargaba con respeto y con dos manos. Así extrañaré olores, segundos, agitaciones, y el respeto con que mi hijita me pedía entrar al santo laboratorio. La practicidad me dice que he ganado un poco de espacio, pero la nostalgia me impide definir con claridad qué es lo mucho que perdí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

César: para algunos desprenderse de herramientas o estilos de vida es algo simple, sin mayores complicaciones, para otros es un cerrar un ciclo de la vida, con todo lo que eso implica.
Sin ánimo de aferrarnos a los objetos, los objetos se cargan de nuestra vida, luego de recuerdos; se transforman en símbolos que nos mueven y conmueven.
Por lo que leo,no has perdido nada al desprenderte de tus objetos preciados, has ganado un hermoso "para siempre" al despedirte de ellos.