lunes, 22 de octubre de 2007

No cuenten conmigo


Para hacerse el autoritario, Alan García ordenó que el censo nacional fuera con orden de inamovilidad, es decir, que nadie se moviera de su casa, que los negocios cerraran, que se perdieran millones de soles y se aburriera a todo el mundo. Gobernante en épocas de bombas, toques de queda y feriados bancarios, a García le parece lógico todo lo que sean encierros e interrogatorios, y a la gente tampoco parece afectarle. Es más, absurdamente, ni la Confiep ni AMCHAM ni ningún organismo que favorezca o defienda el comercio dijo esta boca es mía ni se opuso a las pérdidas millonarias que la inmovilidad genera, señal de que Alan, pese a que sus hechos no causan respeto, con su discurso sigue dando miedo. Y a ninguna de las televisoras se le ocurrió generar una programación especial, alguna vuelta de tuerca, algo que aproveche al televidente cautivo –nunca mejor dicho- y de paso, enriquezca las cabezas del país. Aunque ya se sabe que no es eso lo que quieren enriquecer los broadcasters.
Ya me censaron. Ya soy uno más. Y ya escuché varias historias del censo.
Una, la de mi amiga Cayita: la chica del censo pregunta a mi papá:
- ¿Usted trabaja en alguna entidad, orgasmo o empresa estatal?
- ¿Cómo dijo? ¿Orgasmo, señorita?
La chica se puso roja y dije para salvarla:
- Organismo, papá, quiso decir organismo.
- Ah, pensé que el loco de Alan quería saber cuántas veces…
- ¡Papá!

Otra: me llama Alicia, mi hija de siete años, y me increpa con voz de mamá:
- ¡Papá, despiértate de una vez! ¡Vas a ignorar a los del censo y después va a faltar uno!
Tengo más historias pero eso se cuenta en persona. Saludos.

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