viernes, 28 de octubre de 2011

Ser hincha educa.




Ser hincha te enseña a vivir dignamente.
Ser hincha te enseña que el error es imperdonable, pero sucede.
Que la alegría no debe tener límites. Que puedes gritar sin vergüenza y puedes llorar como un niño sin importar quién te ve.
Ser hincha te enseña a ser humano. A abrazarte con desconocidos. A creer en Dios, nuevamente.
Ser hincha saca lo mejor de ti y lo peor de ti. Lo mejor para que lo compartas. Lo peor para que lo elimines y no se repita.
Ser hincha te enseña a odiar con respeto. Y a respetar sin miedo.
Ser hincha es identificarte con otro, estirar la pierna al mismo tiempo, sentir todos los corazones como uno solo.
Ser hincha te enseña a creer en el equipo, sean quienes sean. A ponerte un objetivo. A pensar cómo llegar.
Ser hincha es ser más que tú y menos que tú, y eso solamente lo entiende un hincha.
Sé hincha de algo. De la selección. De la comida peruana. De ti mismo.
Apasiónate y te llenarás de triunfos, de alegrías, de vida.
Ser hincha es mirar al cielo todos los días con una sonrisa. Y salir a trabajar sintiéndote plenamente humano. Con ganas de crecer.




martes, 25 de octubre de 2011

El matrimonio de Uli en 200 palabras




El matrimonio de Uli es una obra que cuestiona la fidelidad, el compromiso, el amor y por ende, el matrimonio. Dos amigas en un hotel preparan a una tercera para casarse y cuentan al paso sus propias experiencias, minando sin querer la decisión de Uli: ¿cómo casarte  con confianza mientras tus mejores amigas cuentan historias de traición, aburrimiento, desamor y maltrato? ¿Cómo creer a ciegas en lo que al parecer nadie cree? Las confidencias corren como chistes, como frases de Maitena, como afirmaciones ligeras que parecen intrascendentes pero socavan no solo la decisión de Uli sino las creencias del espectador. Esta ligereza contrasta con lo que cuenta el video paralelo, las historias secretas de las tres mujeres representadas por una misma actriz, Wendy Vásquez, en un plano alternativo que aporta misterio y densidad a este momento burlón y light. Michella Chale, Anneliese Fiedler y Melissa Giorgio nos divierten con esta mezcla de teatro sentimental, melodrama y comedia ligera, que tienes que tomar en broma porque si la recibes en serio acabarás no casándote nunca. Dirigida y escrita por Vanessa Vizcarra, El matrimonio de Uli termina esta semana en el teatro de la Biblioteca Municipal de San Isidro, en El Olivar.

viernes, 21 de octubre de 2011

De alguna obra que aún no sé cuál es

(Dos amigos tomando una cerveza. Raúl y Marco, en casa del segundo).

RAUL                     Bueno, si necesitas eso deberías llamar a Coco.
MARCO                 No le digas. No llames a nadie.
RAUL                     ¿Por qué?
MARCO                 Porque no hay que pedirle nada a nadie. Nada. Nunca.
RAUL                     ¿Qué estás hablando?
MARCO                 Nadie te da nada. A nadie le importa nada, hermano.
RAUL                     Siempre piensas lo mismo.
MARCO                 Es que es verdad. No lo pienso: lo sé.
RAUL                     Tu sabiduría pesimista. (Sonríe)
MARCO                 Es que ya tengo medida a la gente. Cuando llamo a alguien y no me contesta nunca digo está ocupado, digo no le interesa responderme. Y bueno, aprendo a vivir sin esa persona. Cuando quiero algo de alguien, si no me lo da pues ya no lo quiero o lo consigo yo. Cuando alguien me miente creo que en verdad me desprecia y si se lo saco en cara y cambia, yo no dejo de creer que está esperando la ocasión para volverme a engañar. Simplemente no lo hace porque todavía no le conviene. La gente es mala y egoísta y hay que vivir con eso. Para llevar la contra me he vuelto activo para librarme del lastre de no recibir ayuda, y quiero ser bueno y altruista solo para decirme a mí mismo que soy mejor que esa pandilla de ególatras que me desprecian.
RAUL                     Estás mal. Tú eres bueno porque… eres bueno.
MARCO                  ¿Qué? ¿Yo estoy mal porque me he dado cuenta de que los demás están mal?
RAUL                     No, estás mal porque así no puedes esperar nada bueno de nadie.
MARCO                 Todos los días apuesto que alguien hará algo bueno o tendrá alguna consideración conmigo y todos los días pierdo la apuesta.
RAUL                     Con razón.
MARCO                 ¿Con razón qué?
RAUL                     Con razón no celebras tu cumpleaños. Seguro crees que nadie va a venir.
MARCO                 Así es. Invito a 50 y vienen cuatro. Al comienzo da rabia, luego da pena, luego da risa y al final… bueno pues, así es la vida. Me sirve. Como nadie lo hace yo lo hago. Como a nadie le importo, yo me importo. Como nadie me busca, yo me busco.
RAUL                     Yo he venido a verte, ojo. ¿Qué piensas de eso?
MARCO                 Que has venido a pedir algo. O que no tenías nada mejor que hacer.
RAUL                     Adivinaste.
MARCO                 ¿La primera o la segunda?
RAUL                     Las dos.

(Ríen. Marco sirve cerveza para los dos. Raúl bebe mientras Marco se queda mirándolo esperando un brindis que no sucede porque Raúl ni se da cuenta).

miércoles, 19 de octubre de 2011

Porque te he visto brillar


Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Poema de Mario Benedetti: Una mujer desnuda y en lo oscuro.

martes, 18 de octubre de 2011

Un viejo enorme reposa en un gran sillón


Recuerdo. 
Entre mis 16 y 18 años –antes de 1980- me paseaba entre San Isidro y Miraflores disfrutando lo que era mi nueva pasión de entonces: visitar galerías de arte. Recuerdo que mi recorrido empezaba en el edificio Petroperú, donde su gran salón solía recibir pintores renombrados y, lo que primero recuerdo, una colectiva de la ASPAP que creo que era su salón anual. Muchos autores, muchos estilos, mucha maestría. Cruzaba luego la vía expresa y veía la 715 –en la Av. Central 715, atrás del centro comercial Todos- donde se lucía mucho Ernesto Zamalloa y donde vi por primera vez un cuadro de Negib, de Colomba o de Tilsa. De ahí caminaba hacia el Olivar, a una calle transversal a la Avenida Arequipa donde estaba la galería Yvonne Briceño, también con pintores peruanos, generalmente –y esta era mi opinión de jovencito- más decorativos. Seguía hasta Miraflores y llegaba al Banco Continental, que colgaba exposiciones de pintores importantes con otras dedicadas a la artesanía y la cultura peruana, además de algunas muestras traídas del extranjero. Pasaba a Forum, y a 9, donde vi Macedonios de todo calibre, y luego a Trapecio, donde recuerdo más a Milner Cajahuaringa y a David Herskovitz, además del siempre apreciado Szyszlo, cuyo apellido ya me parecía una invitación –si no una condena- al grafismo. Al final la galería del Banco Wiese, pero antes la de la ASPAP, frente a Trapecio, un pasillo sin glamour al costado de donde hoy está el CC Ricardo Palma. ¿Se me escapa alguna? 
9 se mudó de Benavides a Diez Canseco, a un local más expuesto con vista a la calle. Recuerdo mezclados a Camino Brent, Sabogal, Humareda, Shinki, bodegones de Grau, marinas de Springett, rondas de Aquiles Ralli, cristos y retratos de Sérvulo, Galdós Rivas, las acuarelas de Oscar Corcuera, Ciro Palacios, Chávez –que yo pensé que eran dos o más y se me confundían-, muestras callejeras, salones anuales, exposiciones temáticas, todo bebido con placer como quien mira una alucinación gloriosa e interminable. ¿Cuántos chicos harán hoy recorridos como ese que hacía yo? ¿Cuántos se gastarán el pasaje para comer, o mejor, se gastarán la comida para pagarse ese pasaje hacia el arte, las ideas y el futuro? Ojalá más. Ojalá muchos. Y ojalá, como yo, traten todos los días de recordarlo todo. 

La foto es de un cuadro de Herskovitz y la encontré en La escuela de la vista.
No logré encontrar en internet el que más recuerdo, el enorme cuadro con un viejo vencido y sentado en un gran sillón.

lunes, 17 de octubre de 2011

Guardemos las palabras que admiramos.

 
On the corner of main street
Just tryin' to keep it in line
You say you wanna move on and
You say I'm falling behind

Can you read my mind?
Can you read my mind?
I never really gave up on
Breakin' out of this two-star town
I got the green light
I got a little fight
I'm gonna turn this thing around
Can you read my mind?
Can you read my mind?
The good old days, the honest man
The restless heart, the Promised Land
A subtle kiss that no one sees
A broken wrist and a big trapeze
Oh well I don't mind, you don't mind
'Cause I don't shine if you don't shine
Before you go, can you read my mind?
It’s funny how you just break down
Waiting on some sign
I pull up to the front of your driveway
With magic soaking my spine
Can you read my mind?
Can you read my mind?
The teenage queen, the loaded gun
The drop dead dream, the Chosen One
A southern drawl, the world unseen
A city wall and a trampoline
Oh well I don't mind, you don't mind
'Cause I don't shine if you don't shine
Before you jump,
Tell me what you find..
When you read my mind
Slipping in my faith until I fall
He never returned that call
Woman, open the door, don't let it sting
I wanna breathe that fire again
She said I don't mind, you don't mind
'Cause I don't shine if you don't shine
Put your back on me
Put your back on me
Put your back on me
The stars are blazing like rebel diamonds,
cut out of the sun
can you read my mind?

---
Letra de una canción de The Killers, Read my mind.

jueves, 6 de octubre de 2011

Un poema de Ernesto Cardenal

 

El lugar “Armonía”

Él iba despacio porque llegaba demasiado temprano
y ella iba aprisa porque llegaba tarde.

Él iba por una carretera y ella por otra
y los dos autos chocaron en la intersección
de las dos carreteras (el lugar llamado “Armonía”).

El policía dijo que las posibilidades de accidente
habían sido “una en un millón”,
porque las dos carreteras eran muy anchas en ese sitio
y los conductores de los dos vehículos
debieron haberse visto venir perfectamente
“a no ser que los dos hubieran ido distraídos
pensando en el lugar adonde cada uno se dirigía…”

Pero el policía no sabía que él y ella se habían dado cita
y que los dos autos que chocaron se dirigían al mismo lugar.
La casualidad fue mucho mayor que como creía el policía:
no una en un millón ni una en un billón
sino una en un infinito de probabilidades
o bien no había casualidad ni había probabilidades
y lo sucedido no podía haber sido de otro modo:
él y ella se habían dado cita
y llevaban sus relojes sincronizados
y fueron demasiado puntuales a la cita.

Eso es todo.


Poema de Ernesto Cardenal. Imagen de Roberto Huarcaya, de una serie en la que fotografiaba autos chocados iluminados con fuentes no convencionales.