Mata tu vocación. Mata tus sueños. Mata tus amistades. Mata al loco que llevas dentro. Mata tu paz. Mata tu decencia. Mata el respeto, el amor, la simpatía, la sonrisa espontánea, las ganas de ayudar. O sea, mata tu juventud y dedícate a hacer plata, a cumplir sueños ajenos, a frustrarte, a sentir que no tienes sentido.
Mátate por dentro y conviértete en un monstruo.
Nadie se dará cuenta. Tus viejos te van a felicitar. Y si de noche ves sombras que lloran y te espían asomando la cabeza por los cuartos de tu casa, no tengas miedo. No son las almas de la gente que fregaste. Eres tú mismo, que por haberte matado tantas veces ya andas penando delante de ti.
Foto: The butterfly collection at the Staten Island Institute of Arts & Sciences.
2 comentarios:
guardaré este como uno de mis posts favoritos.
GRACIAS!
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