martes, 18 de octubre de 2011

Un viejo enorme reposa en un gran sillón


Recuerdo. 
Entre mis 16 y 18 años –antes de 1980- me paseaba entre San Isidro y Miraflores disfrutando lo que era mi nueva pasión de entonces: visitar galerías de arte. Recuerdo que mi recorrido empezaba en el edificio Petroperú, donde su gran salón solía recibir pintores renombrados y, lo que primero recuerdo, una colectiva de la ASPAP que creo que era su salón anual. Muchos autores, muchos estilos, mucha maestría. Cruzaba luego la vía expresa y veía la 715 –en la Av. Central 715, atrás del centro comercial Todos- donde se lucía mucho Ernesto Zamalloa y donde vi por primera vez un cuadro de Negib, de Colomba o de Tilsa. De ahí caminaba hacia el Olivar, a una calle transversal a la Avenida Arequipa donde estaba la galería Yvonne Briceño, también con pintores peruanos, generalmente –y esta era mi opinión de jovencito- más decorativos. Seguía hasta Miraflores y llegaba al Banco Continental, que colgaba exposiciones de pintores importantes con otras dedicadas a la artesanía y la cultura peruana, además de algunas muestras traídas del extranjero. Pasaba a Forum, y a 9, donde vi Macedonios de todo calibre, y luego a Trapecio, donde recuerdo más a Milner Cajahuaringa y a David Herskovitz, además del siempre apreciado Szyszlo, cuyo apellido ya me parecía una invitación –si no una condena- al grafismo. Al final la galería del Banco Wiese, pero antes la de la ASPAP, frente a Trapecio, un pasillo sin glamour al costado de donde hoy está el CC Ricardo Palma. ¿Se me escapa alguna? 
9 se mudó de Benavides a Diez Canseco, a un local más expuesto con vista a la calle. Recuerdo mezclados a Camino Brent, Sabogal, Humareda, Shinki, bodegones de Grau, marinas de Springett, rondas de Aquiles Ralli, cristos y retratos de Sérvulo, Galdós Rivas, las acuarelas de Oscar Corcuera, Ciro Palacios, Chávez –que yo pensé que eran dos o más y se me confundían-, muestras callejeras, salones anuales, exposiciones temáticas, todo bebido con placer como quien mira una alucinación gloriosa e interminable. ¿Cuántos chicos harán hoy recorridos como ese que hacía yo? ¿Cuántos se gastarán el pasaje para comer, o mejor, se gastarán la comida para pagarse ese pasaje hacia el arte, las ideas y el futuro? Ojalá más. Ojalá muchos. Y ojalá, como yo, traten todos los días de recordarlo todo. 

La foto es de un cuadro de Herskovitz y la encontré en La escuela de la vista.
No logré encontrar en internet el que más recuerdo, el enorme cuadro con un viejo vencido y sentado en un gran sillón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguro que tambien ibas a la Galeria Vargas, Galeria Borkas y Galeria de Arte Sol en Lince de la Yamamoto!
(Andrea)