Todo esto es mi país
Mi país, ahora lo comprendo, es amargo y dulce;
mi país es una intensa pasión, un triste piélago,
un incansable manantial
de razas y mitos que fermentan;
mi país es un lecho de espinas, de caricias, de
fieras,
de muchedumbres quejumbrosas y altas sombras heladas;
mi país es un corazón clavado a martillazos,
Un bosque impenetrable donde la luz se precipita
desde las copas de los árboles y las montañas
inertes;
mi país es una espuma, un aire, un torrente, un
declive florido,
un jardín metálico, longevo, hirviente, que vibra
bajo soles eternos que densos nubarrones
atormentan;
Mi país es una fiesta de ebrios, un fragor de
batalla, un guerra civil,
un silencioso páramo cuyos frutos son jugosos,
un banquete de hambres, un templo de ceremonias
crueles,
un plato vacío tendido hacia la nada,
un parque con niños, con guitarras, con fuegos,
un crepúsculo infinito, una habitación abandonada,
un angustiado grito
un vado apacible en el cual se celebra la vida;
mi país es un sepulcro en medio de la primavera,
una extraña silueta que abruma con su brillo la
soledad,
un anciano que camina lentamente, un ácido que
horada los ojos,
un estrépito que apaga todas las músicas
terrenales,
un alud de placeres, un relámpago destructor, un
arrepentimiento sin culpa
Un sueño de oro, un despertar de cieno, una
vigilia torva,
un día de pesar y otro de risa que la memoria
confunde,
un tejido de lujo, una desnudez impúdica, una
impaciente eternidad;
mi país es un recuerdo y una premonición, un
pasado inexorable
y un porvenir de olas, resurrecciones, caídas y
festines;
mi país es mi temor, tu ira, la voracidad de aquel,
la miseria del otro, la defección de muchos, la
saciedad de unos cuantos,
las cadenas y la libertad, el horror y la
esperanza, el infortunio y la victoria,
la sangre que fluye por las calles hasta chocar
con el horizonte
y de ahí retorna como una resaca sin fin;
Mi país es la mujer que amo y el amigo que abrazo
tan solo por amigo,
el extraño que te sorprende con su odio y el que
te da la mano porque quiere;
mi país es la ventana por la que miro la tarde,
la tarde que cae con sus ramas de melancolía en mi
pecho,
y el agua matinal con que limpio mis pupilas de
imágenes sucias,
el aire que respiro al salir de mi casa cada día,
y la gente que se precipita conmigo a los
quehaceres sin sentido,
el trabajo, la fatiga, la enfermedad, la locura,
el pensamiento,
la prisa, la desconfianza, el ocio, el café, los
libros, las maldiciones;
mi país es la generosa mesa de mi casa y los
rostros familiares
donde contemplo la marea incansable de mi dicha,
el cigarrillo que consumo como una fe que se
renueva
y el perro cuya piel es cálida como su amistad;
Mi país son los mendigos y los ricos, el alcohol y
la sed,
la aventura de existir y el orden en que elijo mis
sacrificios;
mi país es cárcel, hospital, hotel, y almacén,
hogar, arsenal;
mi país es hacienda, sembrío, cosecha;
mi país es escasez, sequía e inundación;
mi país es terremoto, lluvia, huracán;
mi país es vegetal, mineral, animal;
mi país es flexible, rígido, fluido;
mi país es líquido, sólido inestable;
mi país es republicano, aristocrático, perpetuo;
mi país es cuna, tumba, lecho nupcial;
mi país es indio, blanco, mestizo;
mi país es dorado, opaco, luminoso;
mi país es negro, amarillo cobrizo;
mi país es amable, hosco, indiferente;
mi país es azúcar, tungsteno, algodón;
mi país es plata, nieve, arena;
mi país es rudo y delicado, débil y vigoroso,
angelical y demoníaco;
mi país es torpe y perfecto;
mi país es enorme y pequeño;
mi país es claro y oscuro;
mi país es cierto e ilusorio;
mi país es agresivo y pacífico;
mi país es campana,
mi país es torre,
mi país es isla,
mi país es arca,
mi país es luto,
mi país es escándalo,
mi país es desesperación,
es crisis, escuela, redención, ímpetu, crimen,
y lumbre, choque cataclismo,
y llaga, renunciación, aurora,
y gloria, fracaso, olvido;
Mi país es tuyo
mi país es mío,
mi país es de todos,
mi país es de nadie, no nos pertenece, es nuestro,
nos lo quitan,
tómalo, átalo, estréchalo contra tu pecho, clávatelo
como un puñal,
que te devore, hazlo sufrir, castígalo y bésalo en
la frente,
como a un hijo, como a un padre, como a alguien
cansado que acaba de nacer,
porque mi país es,
simple, pura, infinitamente es,
y el amor canta y llora, ahora lo comprendo, cuando
ha alcanzado lo imposible.
Sebastián Salazar Bondy
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