¿Te asombra
pensar que trabajo en una oficina?
¿Crees que no se puede tener un empleo
creativo mientras quieres ser escritor?
¿Quieres saber a qué hora escribo?
Escribo
cuando tú duermes. Mientras sueñas inútilmente yo sueño para el papel, para el
escenario, para los sueños de otro. Escribo mientras bebes, mientras comes,
mientras ves a tus amigos. Escribir es aspirar a ser bueno como escritor y renunciar
por eso a ser bueno en otros roles. Hay quienes deciden ser padres
mediocres para poder escribir sin mediocridad. Yo elegí perder reuniones y amigos, olvidarme de la juerga, encerrarme y oír al día
siguiente la narración de las noches de diversión que me perdí por escribir algo que divertiría a otros y
que también me entretuvo a mí sin haberlo vivido. Escribo mientras muchos aspiran
a hacer plata con actividades que convierten su sangre en mercurio. Si eso
los recompensa, a mí me paga la alegría de sentir que el mundo se recompone en
mi mente como un caleidoscopio al que no dejo de dar vueltas, aterrando a todos
a mi alrededor con teorías de odio, fracaso, desamor o muerte que no deseo en
absoluto ver realizadas pero me dan el poder –el falso poder- de enfrentarlas,
o al menos de sentir que si estas fatales circunstancias ocurren seré capaz de
vencerlas. Escribo porque siempre sentí que fallaba en todo y que todo era mi
culpa y que solo en la ficción las cosas saldrían bien, pero Pamuk defininió
mejor por qué escribir. Yo solo quiero decirte cuándo lo hago. Cuando espero a
que llegue alguien, escribo y le agradezco esa tardanza como un regalo que no
sabe que está dando. Cuando la situación se hace insoportable escribo como si
cavara un agujero en el cuál meter la cabeza y –más usualmente- el corazón.
Escribo en los viajes largos, en los taxis, en los aeropuertos. Tener auto sería una maldición por el reto de escribir en los semáforos o cuando la calle parece despejada. Cuando tú sales a
correr yo voy tras de ti con la esperanza de cubrir tus mismas distancias, pero a
medio camino la idea, el diálogo, el párrafo completo comienzan a pesarme en la
mente y me veo obligado a volver cabizbajo, repitiéndolos en susurros como un loco que no
puede abandonar su íntima letanía. Puede ser una novela, un comercial de TV, una
obra de teatro, una frase urticante o una crítica filuda: qué escribo es lo de
menos. Todo aparece con urgencia de ser creado, exhibido, dicho. Escribo en las
crisis, mientras los demás pergeñan soluciones inútiles para problemas que ya resolví. En los ascensores. En
los restaurantes cuando como solo, práctica tan vergonzosa que la realizo lejos
de mi oficina por miedo a que mis compañeros me encuentren en una mesa hablando
con nadie o anotando desesperadamente en un cuaderno sucio de sopas y guisos como un libro de recetas
heredado de mamá. Escribo cuando ella en silencio, viejísima, me acaricia la
cabeza y se niega a contarme cosas que siempre quise saber, para rellenar su silencio, para inventar las verdades que no conocí. Escribo por amor, para traerte
de regalo mis textos que no sirven para nada como un gato trae palomas al pie
de la cama de su ama. Escribo mientras a ti te devoran la televisión, el
aparato lleno de juegos o la serie que corta en capítulos tu vida sin que lo
adviertas. Si pudiera parar, no pararía. Si creyera que está mal, insistiría.
Escribir es ser y el hecho de ser no tiene fin ni culpa ni freno ni sustento.
3 comentarios:
¡Ahora sé cuando escribes! Me encanta lo que escribes... por favor, no dejes de escribir.:)
Es increible me senti tan identificada , yo escribo mientras veo la gente pasar ,mientras mi papa me regañaba escribia jaja , es curioso me senti por fin comprendida .. saludos cesar
Me senti tan identificada , yo tambien escribo mientras veo la gente pasar, mientras mi papa me regañaba cuando era pequeña escribia jaja , por fin me senti identificada y comprendida , saludos cesar
Publicar un comentario