Levanté a
todos y les di de desayunar tristeza. La calenté en el microondas. La
serví salada y tibia. Se la bebieron y luego la rumiamos en silencio, diciendo
frases tontas y tratando de cubrir el sol con un cuento de familia. Éramos
cuatro a la mesa pero en verdad éramos solo uno y otro y otro y otro. Hablamos.
Torcimos las bocas. Comimos sin salud. Y cuando miramos de nuevo nuestras tazas
estaban llenas otra vez, repletas hasta el borde pero aun más saladas. Nos dio risa y después pena y
después todo se transformó en rabia y silencio y respiraciones sonoras como el famoso
corazón escondido bajo las tablas del comedor. Debí llenarlas de amor pero la caja estaba vacía. Así hay días. Éramos dos niños y dos adultos,
pero los adultos eran los niños y viceversa y todo a la vez. Volvimos a
beberla. Dejé la mesa sucia. Salimos. Vendrá el tiempo y recogerá las frases muertas, los
cubiertos ensangrentados, el silencio amargo, el dolor que se acumula como una capa de polvo que de
tan repetida no se ve. Y ojalá se lleve también esas cuatro frutas secas que murieron esta mañana en el centro de mi mesa fría.
martes, 28 de febrero de 2012
lunes, 23 de enero de 2012
Del ensayo de Tolstoi ¿Qué es el arte?
"Se nos ha acostumbrado a no comprender
bajo el nombre de arte nada más que aquello que oímos y vemos en teatros, conciertos y
exposiciones, o lo que leemos en los poemas y novelas. Pero esto no es más que
una mínima parte del arte verdadero por medio del cual trasmitimos a otros
nuestra vida interna o recogemos la vida interior de otros. La existencia
humana está llena de obras de arte, desde las canciones que se cantan a los
niños para dormirlos hasta las ceremonias religiosas y públicas. Todo es
arte. Así como la palabra no obra solamente
sobre nosotros en los discursos y los libros sino también en las
conversaciones familiares, así también el arte, en el amplio sentido de la
palabra, impregna nuestra vida eterna, y lo que se llama arte en sentido
restringido está lejos de ser el conjunto del arte verdadero. Durante largos siglos, la humanidad
sólo se fijó en una fracción de esa enorme y diversa actividad artística: en la porción de obras de arte que tenían por objeto la transmisión del sentimiento
religioso. Los hombres negaron importancia a todas las formas de arte que no eran
religiosas, a las canciones, bailes, cuentos de hadas, etc. y únicamente
por azar los grandes maestros de la humanidad censuraron ciertas
manifestaciones de este arte profano, cuando se les antojaban opuestas a las
concepciones religiosas de su tiempo.
Así entendieron el arte los sabios antiguos, Sócrates,
Platón, Aristóteles, y así los profetas
hebreos y los primeros cristianos, así lo entendieron todavía los islamitas,
así lo entiende el pueblo en nuestras campiñas rusas. Recuérdese que maestros
de la humanidad, Platón por ejemplo, y naciones enteras como los mahometanos y
budistas han negado a las artes el derecho de existir.
Sin duda esos hombres y esas naciones
tenían culpa condenando a las artes, que era querer suprimir una cosa que no
puede suprimirse, uno de los medios de comunicación más indispensables entre
los hombres. Su error era, sin embargo, menor que el que cometen ahora los
europeos civilizados favoreciendo las artes con tal que produzcan la belleza,
es decir, con tal que procuren placer. Antes se temía que entre las diversas
obras de arte hubiera algunas que pudiesen corromper a los hombres, y por
impedir su acción deletérea se condenaba al arte; pero hoy el temor de privarse
de un placer nimio basta para hacernos favorecer todas las artes, a riesgo de
admitir algunas extremadamente peligrosas. Error mucho más grosero que el otro
y que produce consecuencias mucho más desastrosas".
miércoles, 18 de enero de 2012
Lima, mi Lima, TuLima
"PABLO:
Ahora voy a
decirte qué siento por Lima… Ciudad
aeropuerto, ciudad bandera, ciudad 7 sabores... De las
mejores! Vamos mi Lima!
RAPEANDO O HABLANDO A RITMO:
Lima es una
historia en la que todo cabe
Una
historia muy rara
Que nadie
sabe
Una mezcla
de tierra negra y andina
Tierra chola
y tierra blanca en todas las esquinas
Tierra bien
pisada por gente brava
Que pelea
por la vida y no recibe nada
La ciudad
coronada
La ciudad
de los reyes
De los
reyes de la papa y de los mil hoteles
La que
huele a pescado
La única
ciudad
Construida
con cemento y con humedad
La ciudad
de varguitas
Que por más
que se jode
De aquí nunca
te quitas
Porque siempre
pones
Ciudad de
alzados y recién bajados!
Coro: Con tu panza de burro
me sabes cuidar
Estás hecha de cemento
y de humedad
Al que
busca algo sublime le dan un chocolate
al que
busca un ideal le venden una lata
a la gente
honrada
la dejan
calata
o la
enrejan para siempre en su propia casa
ciudad de
mistura rodeada de hambrientos
tirando
cintura
así te
quiero
porque aquí
me desespero
ciudad del
mal
se me borra
tu nombre y me lo vuelvo a tatuar
como seas
Lima
insisto
contigo
tú serás mi
marca
yo seré tu
amigo
Coro: Con tu panza de burro
me sabes cuidar
Estás hecha de cemento
y de humedad... (bis)
A propósito del día de Lima: este es uno de los mil textos que improvisé en el micrófono del estudio de Lucho Quequezana y luego reescribí para el espectáculo llamado TuLima, que dirigieron en 2011 Rocío Tovar y Vania Masías, con música de Lucho. Creo que este no se usó, no lo recuerdo. A mí me toco nada más hacer las canciones y mi nombre siento que no salió por ningún lado, pero en fin, hay que aprender a negociar y hay que disfrutar lo vivido. Feliz día Lima, amiga de todos y mujer de nadie.
En la foto: Pablo Saldarriaga, Ricardo Velásquez y Andrés Dulude, se lucieron juntos.
En la foto: Pablo Saldarriaga, Ricardo Velásquez y Andrés Dulude, se lucieron juntos.
miércoles, 4 de enero de 2012
En un año seré feliz.
Ama, amor
mientras yo estoy lejos.
Dentro de mí sostengo tu rostro inigualable
y le doy eternidad.
Creces en mí. No cambias.
Sólo el amor da el rostro de lo eterno.
Besa otras bocas
tan bellas como la mía
mientras estoy lejos.
No dejes que el tiempo
torne de agua tu mirada de animal
y seque tu belleza y ponga puntos blancos
en tu crin dorada y vuelva de paja
tus cabellos como los locos.
Ámame, amor
en otras
mientras estoy lejos.
No sea que se te olvide
el ejercicio de dar.
mientras yo estoy lejos.
Dentro de mí sostengo tu rostro inigualable
y le doy eternidad.
Creces en mí. No cambias.
Sólo el amor da el rostro de lo eterno.
Besa otras bocas
tan bellas como la mía
mientras estoy lejos.
No dejes que el tiempo
torne de agua tu mirada de animal
y seque tu belleza y ponga puntos blancos
en tu crin dorada y vuelva de paja
tus cabellos como los locos.
Ámame, amor
en otras
mientras estoy lejos.
No sea que se te olvide
el ejercicio de dar.
Texto de Raquel Jodorowsky, destacada poeta que murió en Lima a fines de octubre de 2011. Nació en el 33, se fue en los sesenta a Lima a estudiar Letras pero allí se enamoró de la Arqueología. Empezó escribiendo de niña en la arena del desierto de Atacama y terminó sus días escribiendo a solas, olvidada como todo poeta peruano. Mariposa tallada en fierro, descansa en paz.
sábado, 31 de diciembre de 2011
La gran ola que es diciembre.
Hay gente
que se va siempre en diciembre. Gente a la cual provoca decirle has hecho todo
bien, no sufras, nada es tu culpa.
Suele ser
gente buena. Quieren armonía, crecimiento, amor de todos y para todos. Son
personas que sufren por eso y para las cuales diciembre es una tarde de domingo. Son
los que ocultan su malestar y sonríen aunque estén mal. Gente que se despide sin mostrar dolor o a
veces con un torrente de rabia hacia sí misma, por no haber podido cambiar el
mundo, o hacia los demás, por no haberse sumado a la nobleza de esta misión.
Los demás,
los terrenales, tragan y beben porque muere un año de mentiras provechosas y
nace otro de traiciones y ganancias. Para los buenos que sufren
diciembre se va otra chance de haberlo hecho bien, de haber querido
correctamente, de haber cambiado el curso de la felicidad como si fuera el río
imaginario de un niño, que él desvía tan fácilmente con el muro de su mano. La
llaga de la vida, el tumor de la paciencia, el tapón del corazón desesperado,
todos los dolores del alma que han corroído el cuerpo salen a luz en diciembre
con un te lo dije urticante, te lo dije y vámonos, fue en vano, no quieren, no
se puede, hicimos mucho, sufrimos más y no conseguimos nada.
Habría que
saber si ese dolor viene de la infancia, de los ideales, de la poca tolerancia a
la mucha frustración, de los deseos ocultos, del miedo perro que muerde los
corazones o sabe Dios de dónde, incluso de dudar si sabe Dios. Pero quizás
saber sea en vano y solo toque pedirles que cuenten lo florecido y no lo marchito, que miren lo andado,
lo ganado, lo bendito. Quizás para ellos es todo ese rollo de que el futuro es
bello, rollo que no nos comemos los que no hemos terminado de creer que la amarga luz de un
pasado en llamas se puede ignorar. Y me incluyo porque también soy de los que se
derriten en diciembre, de esos que se enferman o se accidentan o se hunden en el
barro de las fiestas. Ya Rafo León me diagnosticó al vuelo a los 29 cuando un
23 de diciembre me dio neumonía y me dijo es dolor de Navidad y no es neumonía
sino neuronía. Por eso quiero creer que somos buenos los que sufrimos en
este mes. Aunque de repente ni eso. Aunque mi abuelo, que sí era bueno, se fue
en diciembre contando antes el paraíso de bosques, playas y libros que lo
esperaba y que soñó un par de noches
antes de partir. Habrá que confiar en el tiempo, el menos confiable de los
amigos. Vete, diciembre. Vete y no nos lleves contigo.
A propósito de gente buena y esforzada que en diciembre se esfuerza y sufre derrames, infartos y males así decidí, escribir esto, para pedirles que se repongan, que sigan, que los queremos.
martes, 27 de diciembre de 2011
Dosmilonce ya no me quiere.
La verdad,
Dosmilonce, cuando te conocí no me di cuenta de que eras tan linda. Te vi inteligente,
llena de soluciones, capaz de responderlo todo. Era verano, te oí, me
impresioné. Habían empezado mis 365 días con Summer
y yo ni cuenta me di. Recién en abril –luego de que me revelaras mucho sobre la
vida con un par de simples afirmaciones- descubrí que eras bonita, que tu
sonrisa abría las puertas del futuro y en fin, que podía sentir por ti esas
cosas con las que uno pretende convertir en eternidad cualquier momento
sublime. Contigo me di cuenta en julio de que estaba atascado en la arena de la
nada con Dosmilnueve, quien a su vez me reclamaba por mi supuesta fijación con
Dosmilcinco. Por ti entendí que en la
vida hay que hacerse respetar y obtener lo que uno merece, que en mi caso siempre
es menos de lo que creo y más de lo que me toca y there goes the fear again. Hiciste las preguntas exactas,
dijiste las frases precisas y estuve a punto de proponerte que te quedes
siempre colgadita en mi pared, Dosmilonce, repitiéndote como el Día de la
marmota, como un atardecer miraflorino, como un villancico alegre e indefinible, please please let me- let me get what I want this time.
En octubre tomamos una copa de vino. En noviembre tuvimos algunos encuentros
más. En diciembre, de repente, me citaste en tu casa y me dijiste: no va más.
No lo dijiste así, pero así lo dijiste. Eres muy complicado o estás sufriendo
mucho o te oigo muy triste o algo por el estilo, no eres claro, no estás bien. Como si el tiempo no
fuera suficiente razón para llorar sin parar. Yo no lloré. Tú tenías toda la
razón y yo tenía toda la emoción pero igual me quedé callado y acaté. Me hice el frío, el intocable, el hombre del corazón de teflón. Me leíste
un texto donde decías que estaríamos juntos para siempre sin explicarme de qué
manera. Quise darte un beso y me dijiste: creo que no entiendes, te estoy
botando. Sin dudas. Sin preguntas. Sin mañana. Sin ayer. Te estoy botando, así
lo dijiste. Y yo comencé a pensar en you make my dreams y las mil frases y canciones con que podía responderte pero para
qué, el tiempo siempre gana y tú tenías toda la razón y yo en estos casos me atasco,
me enredo, me complico, me atollo, me repito y obedezco, Summer, obedezco. Se me ocurrieron varias
respuestas en el ascensor pero cuando pude hablar ya estaba afuera del edificio. Dije algo enredado -para mí mismo,
obviamente- pero ni yo pude oírme. Eran las doce del 31 y empezaban a reventar
los tristes fuegos artificiales del corazón del tiempo que se va.
jueves, 22 de diciembre de 2011
Uno de Nicanor Parra
La poesía terminó conmigo
Yo no digo que ponga
fin a nada
No me hago ilusiones al respecto
Yo quería seguir poetizando
Pero se terminó la inspiración.
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal.
Qué gano con decir
Yo me he portado bien
La poesía se ha portado mal
Cuando saben que yo soy el culpable.
¡Está bien que me pase por imbécil!
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal
La poesía terminó conmigo.
No me hago ilusiones al respecto
Yo quería seguir poetizando
Pero se terminó la inspiración.
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal.
Qué gano con decir
Yo me he portado bien
La poesía se ha portado mal
Cuando saben que yo soy el culpable.
¡Está bien que me pase por imbécil!
La poesía se ha portado bien
Yo me he portado horriblemente mal
La poesía terminó conmigo.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Una entrevista a Mark Albion.
Tengo 51 años y, hace 20, me cansé de ser el profesor
de marketing de Harvard que preguntaba: "¿Qué quiere el mercado?"
y empecé a responder qué quería yo. Soy de Boston. Casado,
dos hijos. Creo que el éxito de un empresario no se puede medir sólo
por los beneficios que obtiene, sino por el bienestar que genera para todos.
Mi mejor amigo, un gran empresario, fue por fin entrevistado por la sección de Economía de la CNN. Era su gran día. Pero la entrevista de media hora consistió en una pregunta: "¿Por qué los beneficios de su compañía han sido de 44 centavos por acción en vez de los 45 anunciados, y qué hará para corregirlo?".
-No es edificante.
-Me llamó
muy deprimido por la noche y me dijo que iba a dejarlo. Que el maldito centavo
de diferencia le daba igual...
-Ese es su negocio,
¿no?
-No. El éxito
de un directivo, de un empresario, no puede medirse sólo por las cifras
de la cuenta de resultados. Esa es una parte de su trabajo y si no hay beneficios,
no hay empresa, pero sus logros no se miden sólo en dinero. ¿Por
qué no le preguntaron a mi amigo cuántos puestos de trabajo había
creado?
-Yo se lo hubiera
preguntado.
-Por eso no está
usted en la sección de Economía de la CNN...
-Supongo...
-¿Por qué
no le preguntaron cuánto bienestar había creado en las familias
de sus empleados al aumentar sus sueldos? ¿Por qué no le preguntaron
si había logrado disminuir la contaminación de sus fábricas?
¿O si había puesto guarderías en sus empresas para las
empleadas con hijos? ¿O si había logrado aumentar la satisfacción
de la gente que trabaja con él? ¿O si había empleado jóvenes?
-Supongo que
eso no les interesa.
-¡No! ¡Sólo
les interesaba el maldito centavo de diferencia por acción! No le preguntaban
por lo que de verdad importa. Por eso dejo la empresa a los 15 días.
Y yo ya había hecho lo mismo.
-Cuénteme
su historia.
-Un día
me di cuenta de que el problema de competir en una carrera de ratas es que,
aunque la ganes, eres una maldita rata.
-¿No
estará llamando usted ratas a los empresarios?
-A los estrechos
de miras, sí: lo son. Su éxito no puede medirse en una única
cifra de beneficios.Yo me negué a ser una rata. Era licenciado, máster
y doctor en Empresa por la Business School de Harvard. Aparecía en los
mejores programas económicos de la tele.
-¿Como
su amigo, el del centavo?
-Sí. Cobraba
una fortuna asesorando a Coca-Cola y a Procter&Gamble: tenía colegas
brillantes, un horario flexible y ningún jefe. Lo tenía todo...
excepto una cosa.
-¿Qué?
-Me sentía
una rata.Y sabía que tenía que decidir: o sobrevivía como
una rata o vivía como un hombre. Así que lo dejé.
-Sus amigos
no entenderían nada.
-Hay un momento
en la vida en que te debe importar muy poco si te entienden o no. Basta con
que te entiendas tú. Yo había visto a mi madre, que era empresaria,
enferma de cáncer, un cáncer devastador...
-Lo siento.
-Era dueña
de la empresa textil Leni, en Watertown (Massachusetts) y un día entré
en su despacho y la vi descansando extenuada por la enfermedad en el puro suelo.
Pero iba cada día porque amaba aquel trabajo y a la gente que trabajaba
con ella. Y me pregunté: ¿siento lo mismo por mi trabajo?
-¿Y cuánta
gente lo siente?
-Yo se lo diré:
apenas el 20 por ciento de los que trabajan aman lo que hacen. El 80 por ciento
asegura que trabaja sólo por el sueldo, al menos en América.
-Aquí
más o menos igual, supongo...
-Les conté
lo de mi madre a mis colegas profesores de Harvard y de cómo yo no sentía
lo mismo por mi trabajo. Descubrí que muchos pensaban como yo. Así
que di el gran paso y dejé de ser el profesor Mark Albion de la Harvard
Business School. Me convertí en Mark Albion y ya está.
-¿Y quién
pagaba sus facturas, Mark?
-Decidí
escribir una "newsletter" en Internet y libros para ayudar a la gente
a que hiciera un trabajo con sentido para su vida.
-¿Y qué?
¿Daba eso para las facturas?
-Daba para vivir.
Fundamos la Social Venture Network, un grupo de empresarios socialmente conscientes
e iniciamos una red de contactos. Seré un insensato, pero nadie puede
negar que yo de marketing todavía entiendo, así que, por ejemplo,
me dediqué a hacer marketing para campañas sociales y empecé
con una antidroga.
-Aquí
eso del mecenazgo no desgrava; no tendría clientes.
-Yo ya había
ganado: hacía algo que me gustaba y que tenía un sentido. Me dediqué
a explicarlo en las escuelas de negocios para que los alumnos supieran que no
todos los beneficios estaban en la cifra, que también había la
posibilidad de crear buenos empleos, un medio ambiente más limpio, más
calidad de vida para los empleados...Y que se puede crear eso sin dejar de tener
las ganancias que permiten vivir a la empresa.
-¿Y ya
se sentía bien?
-Un día
el médico me preguntó: "¿Cuántas horas trabaja,
señor Albion?". Y yo le respondí: "¿Cuántas
horas respira usted, doctor?". Descubrí entonces que me había
convertido en uno más de ese privilegiado 20 por ciento de los humanos
que aman su trabajo. Y, como hizo mi madre, yo ahora iría al trabajo
incluso con un grave cáncer.
-Eso sí
que es un lujo.
-Scott Fitzgerald
decía que hacen falta tres generaciones para conseguir un artista. La
primera es feliz con alimentarse y llevar al cole a sus hijos, la segunda quiere
un buen colegio y buena comida y la tercera reflexiona sobre lo que hace. Y
si no reflexionamos sobre lo que hacemos y adónde va el capitalismo,
no habrá innovación en las empresas.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Parlamento de amor de una obra inexistente
"¿Por qué no te rindes, campesina rusa? ¿Por qué sufres tanto, reina caucasiana? ¿Por qué no siembras el hoy como una primera piedra? ¿Por qué te niegas a olvidar tu nombre? ¿Por qué tomas al amor como desgracia? ¿Por qué crees que lo malo es nieve y siempre se repite?
¿Por qué no descansas? ¿Por qué tanto olvido? ¿Por qué mi futuro no duerme en tu cama? ¿No entiendes al tiempo? ¿No aceptas el cambio? ¿Has creído siempre que la lluvia es llanto?
¿No oyes el cristal del día que se rompe? ¿Tanto miedo tienes a querer sin rumbo? ¿Voy a decir tu nombre si la muerte dibuja una cruz de fuego en mi camino? ¿Voy a contar mi historia con tu imagen? ¿Van a faltar palabras?
Van a sobrar silencios. Van a faltar palabras. Voy a decir tu nombre si la muerte dibuja una cruz de fuego en mi camino. Tienes tanto miedo a querer sin rumbo. No aceptas los cambios porque no siembras el hoy como una primera piedra, porque crees que mi futuro no duerme en tu cama, porque te niegas a olvidar tu nombre. Y es que sufres mucho, reina caucasiana. Sufres y sonríes como el sol sobre el rocío. Porque no te rindes, campesina rusa, porque no te rindes, voy a contar mi historia con tu nombre. Como lluvia. Como nieve."
martes, 29 de noviembre de 2011
Morir en el Sheraton Hotel, oh slippery shower floor.
Me levanté
pensando en la conversación de anoche, en esos momentos terribles que hacen que
te preguntes ¿es esto para mí? y que aparecen en tu negocio, tu matrimonio, tu vida
profesional. Tu carrera, tu mujer, tu
oficina, ¿las quieres suficiente para soportar los grandes avatares, la
quiebra, la infidelidad, las exigencias, el maltrato? Si no soportas eso, pues…
debe ser maravillosa, pero no es para ti. De eso hablábamos, muertos de
risa y de miedo. Piensa: si te murieras
ahora, ¿sentirías que moriste satisfecho o que te pescó la Parca en un momento
incómodo, haciendo lo que no te gusta o rodeado de personas que en verdad no
quieres? Fue lo primero que recordé cuando desperté, como siempre, pocos minutos
antes de que suene la alarma o –en este caso- antes de que llame la
recepcionista del hotel para decirme llamada
para despertarlo, señor, son las 7 y 15 de la mañana.
Me apuro
para meterme en la ducha, con un frasquito de champú en una mano y el cepillo
de dientes en el otro. Pongo un pie dentro y cuando meto el segundo, el primero
gira y pierdo el equilibrio. Me voy a
caer en la ducha, pienso, me voy para
atrás y no puedo evitarlo. Abro mucho los ojos y no veo pasar mi vida sino
al baño girar, la pared de la ducha, la arista superior, el techo, el tubo de
la cortina. Tal vez eso indique que no me
voy a morir. Noto que sigo agarrando los objetos en vez de soltarlos para
sujetarme de algo y me digo morirás por
tonto, por haberte aferrado a estas cosas insignificantes, al final te matarás
tú mismo en vez de que otro lo haga por ti. De repente me entiendo, o me
justifico: estoy prendido de estas cosas porque estoy curvándome hacia adelante,
estoy cayendo de espaldas sobre el suelo de mayólicas pero así evito pegarme en
la cabeza, la llevo hacia adelante, le daré al piso con mi espalda curva y
tensa y no con mi amada cabecita, como me enseñaron a caer con una silla en
unos clases de clown físico, no sé si en una ciudad suiza o en un taller
barranquino, da lo mismo, impacto en 3, 2, 1…
Choco. Me pego
el golpe y lo siento mucho menos doloroso de lo esperado. Me relajo y miro al
techo. Estoy en el piso helado, echado en el centro del baño. Asustado pero
tranquilo. Muerto pero solamente de risa y miedo. Mis clases de clown a los
veintitantos acaban de salvarme la vida. Mis pies reposan sobre el borde de la
tina y mis rodillas han quedado en ángulo recto como si fuera a hacer
abdominales. Mis manos agarrotadas aprietan el cepillo y también al pequeño
frasco que ha perdido la tapa, por la caída o por mi presión. La tapita sigue
girando fuera de mi vista pero su ruido es lo único que se oye aquí, un rac rac
rac insignificante. Terrible situación
para ser encontrado muerto, pienso, desnudo
y con estas tonterías en las manos, los pies arriba, en un hotel donde un
pasajero debe pagar caro para resbalarse igual que yo, lejos de casa, lleno de
pensamientos que no termino de procesar. Me levanto y entro a bañarme con
temor, como un torero corneado que vuelve a la plaza después del susto y la
espera. Doy cada paso en la ducha como si fuera el último. Me baño, me visto,
bajo a desayunar, vengo a seguir filmando como si nada hubiera pasado. Quizás
le cuente a alguien lo que me ha pasado. Quizás me empiece a doler la espalda.
Quizás solo el hotel debería saberlo. Estimado
señor gerente del Hotel Sheraton ¿cuánta gente en su hotel se mata por las
mañanas? ¿Es esto para mí?
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